viernes, 1 de diciembre de 2017

5 técnicas de la Gestalt para favorecer tu crecimiento personal


Mujer acercándose a un hombre con corazón en la cabeza                                                                                       






Las técnicas de la Gestalt nos ayudan a centrarnos en nuestro presente para favorecer la autorrealización y una toma de decisiones más acertada, además de permitirnos crecer a nivel personal de un modo más libre y congruente con nuestras necesidades. Todos tenemos pleno derecho a construir el tipo de realidad que deseamos, y este enfoque -con claras influencias humanistas- nos invita a ello.

Decía Frtitz Perls, precursor de la terapia Gestalt, que nuestra principal angustia como seres humanos es la brecha que nosotros mismos abrimos entre el ahora y el después. A veces, nuestra mente va más rápido que la vida y anticipamos cosas, nos obsesionamos en aspectos que no han sucedido, y casi sin darnos cuenta nos impregnamos de miedos, de ansiedad y de muchas otras fragancias que se convierten en una abrupta montaña sembrada de sufrimiento.


“No empujes el río, este fluye por sí mismo”
-Fritz Perls-

Así, uno de los fines de las técnicas de la Gestalt es permitirnos comprender nuestros problemas de un modo global, más unificado; por partes, pero como un todo. De este modo, y más que preocuparnos en saber por qué ha ocurrido tal cosa o qué ha provocado ese evento en concreto, esta perspectiva nos propone centrarnos en entender “cómo nos afectan” el conjunto de dichas circunstancias.

Todo ello nos anima a comprender que la idea que podamos tener del pasado o del futuro se debe más bien a cómo vivimos el presente. Las técnicas de la Gestalt tienen por tanto este y otros propósitos con los cuales favorecer nuestro crecimiento personal, ayudándonos además a tomar conciencia de lo que somos, de lo que sentimos y necesitamos… actuando después con responsabilidad.

Técnicas de la Gestalt para favorecer el crecimiento personal

Las técnicas de la psicoterapia gestáltica giran, en su mayor parte, en torno a lo que Fritz Perls llamó en su momento “reglas y juegos”. ¿Qué queremos decir con esto? Que muchas de estas estrategias -dinámicas, muy originales y variadas que en esencia- intentan hacernos más conscientes de nuestro mundo para vencer las resistencias y facilitar a su vez nuestro proceso de maduración.

Veamos algunos ejemplos de dichas técnicas.

1. Asuntos pendientes

Los asuntos pendientes hacen referencia a esos hechos del pasado que afectan a nuestro presente. Son emociones no gestionadas, sentimientos atascados, nudos personales que nos quitan vitalidad en el aquí y ahora. Según la Gestalt, todos nosotros tenemos asuntos pendientes con amigos, con familiares, exparejas, e incluso personas que ya no están con nosotros.
Lejos de eludirlos, debemos ser capaces de sacar a la luz esas emociones para dejar de apegarnos al sufrimiento, a la pérdida o incluso al resentimiento.
Para ello podemos llevar a cabo una simulación, un proceso mental de reencuentro, afrontamiento y despedida.
Podemos evocar mentalmente a la persona y expresarle aquello que necesitamos decirle. Desnudaremos las penas, airearemos los desconsuelos, las faltas o incluso el rencor. Una vez expuesto y reconocido, los dejaremos ir. Cerraremos el círculo para avanzar.

2. Técnica del diálogo: silla vacía

A muchos les sonará esta técnica, es conocida, suele ser útil y representa muy bien la esencia de la Gestalt. Ahora bien, a veces se usa para favorecer encuentros y proyecciones imaginarias de otras personas, intentando favorecer así procesos de duelo o resolver traumas.

Sin embargo, dentro del campo del crecimiento personal se usa también con otro fin: generar un diálogo interno donde queden escenificados “nuestros opuestos”. Por ejemplo, podemos promover un diálogo con nosotros mismos donde aparezca por un lado ese estímulo que nos produce malestar y en el otro, esa parte que desea hacerle frente para tener una vida más productiva, libre y receptiva. Este sería un modo:
Me noto cada día más cansado y sin fuerzas.
Ya estás quitándome fuerzas otra vez, ocupas demasiado espacio en mi vida. Dime qué te pasa.
No me gusto a mí mismo, pienso que la vida que llevo no es la que me gusta.
Entonces en vez de quejarte durante todo el tiempo dime qué harías para sentirte mejor.

3. Me hago responsable

Otra de las técnicas de la Gestalt que nos puede ser de utilidad en el día a día es el juego de “hacerse responsable”. En apariencia resulta sencillo, pero lo que requiere por encima de todo es compromiso. La finalidad es permitir que seamos más conscientes de lo que ocurre en nuestro interior, que lo percibamos, lo aceptemos y que a su vez propiciemos una conducta más activa en torno al cambio. 

Este sería un pequeño ejemplo.
“Me doy cuenta de que me duele la cabeza y el estómago, sé que le doy muchas vueltas a las cosas y que sufro estrés. Me hago responsable de ello y asumo que debo cambiar cosas”.
“Me doy cuenta de que tengo una buena voz. Me hago responsable de ella para ser sincero, para hablar sin miedo, para respetar y respetarme…”

4. Practicar el continuo de la conciencia

Dentro de la psicología de la gestalt es esencial que el terapeuta tome contacto con el “cómo” de la experiencia de la persona más que en el “por qué”. Se necesita entender cómo el paciente afronta los problemas, cómo los vive, cómo los siente y los interioriza… Para ello, hay que abrir un espacio en el que será posible identificar cuáles son sus emociones y sensaciones presentes, mediante preguntas, tales como “dime qué sientes”, “dime dónde lo sientes”, “explícame que notas en el aquí y ahora”…

También nosotros podemos llevar a cabo a nivel personal esta técnica donde practicar ese continuo de la conciencia haciendo presentes cada sensación, pensamiento y sentimiento. Lejos de pasarlos por alto o interiorizarlos, saquémoslos a la luz, tengámoslos presentes…

“Si te sientes convencido de algo, dilo. Expón tu verdadero yo. Siente lo que dices”
-Fritz Perls-

5. Transforma las preguntas en afirmaciones

Esta es otra de las técnicas de la Gestalt que nos puede parecer muy simple en apariencia, pero que encierra una utilidad terapéutica muy valiosa: nos ayuda declarar realidades internas y a movilizar recursos. ¿Cómo hacerlo? Muy sencillo. Todos hemos tenido uno de esos días los que al llegar a casa nos decimos a nosotros mismos: “Pero, ¿por qué me siento así? ¿Por qué me siento tan desesperanzado y sin fuerzas?”.

La Gestalt nos propone lo siguiente: convertir preguntas en auto-afirmaciones. Veamos algunos ejemplos.
¿Por qué hoy me siento tan mal?⇔ Hoy me siento mal, voy a hacerlo posible para cambiar esta sensación y que mañana sea un día mejor.
¿Por qué tengo la sensación de que mi pareja está cada día más distante?⇔ Mi pareja está distante, voy a preguntarle si hay algún problema.

Para concluir, como hemos podido ver las técnicas de las Gestalt son tan originales como funcionales a la hora de permitirnos tomar contacto con nuestras necesidades. Asimismo, nos invitan a responsabilizarnos, a ser valientes con lo que sentimos y actuar en consecuencia para favorecer nuestro avance, nuestra maduración personal.

Pongamos estas estrategias en práctica, los beneficios son indudables.


 Por Valeria Sabater
psicóloga y escritora




viernes, 3 de noviembre de 2017

CORAZONES DE HIELO: personas con problemas para expresar sentimientos

El afecto y sus muestras cotidianas son sin duda el tendón psicológico y emocional que sostiene toda relación feliz y duradera. Sin embargo, hay quien no sabe, no puede o se niega a dar forma a este tipo de lenguaje. Son los llamados “corazones de hielo”, personas llenas de contradicciones, de miedos y alambradas que generan un gran sufrimiento a sus cónyuges e incluso a sus hijos por sus problemas para expresar sentimientos.

No es ninguna sorpresa que tanto el efecto como la propia comunicación afectuosa sean esa piedra angular que erige todo vínculo significativo. Tanto es así, que esta es la causa principal por las que muchas personas acuden a terapia de pareja. Es muy común de hecho que alguno de los miembros exprese no sentirse reconocido o apreciado o más aún, que exista una clara desigualdad entre lo que uno ofrece con lo que recibe.

“El medio para hacer cambiar de opinión a una persona siempre será el afecto, nunca la ira”
-Dalai Lama-

Muchos psicoterapeutas definen este problema como “skin hunger”, hambre de la piel, aunque en realidad, es un problema que va mucho más allá de los sentidos. Hablamos de emociones no validadas, de problemas para expresar sentimientos que no solo se descuidan sino que a veces son tratados con hostilidad y frialdad. Pocas situaciones pueden llegar a ser tan destructivas para una persona como verse en semejante tesitura, en tan abismal vacío emocional donde tarde o temprano se empieza a dudar de la propia relación y de si verdaderamente somos amados…

El afecto y nuestra “supervivencia” emocional

Las personas no solo necesitamos alimento para sobrevivir, nutrientes con los que obtener energía para que nuestras células lleven a cabo todos esos fascinantes procesos que no permiten ir más allá de la supervivencia. Por curioso que pueda resultar, también el afecto nos nutre, nos ofrece fortaleza y sentido de pertenencia a un grupo reducido de personas con las que nos identificamos, con las que discutimos pero también con las que nos sentimos seguras y felices: son los nuestros.

Un ejemplo de todo ello lo tenemos en Juan Mann, fundador del célebre movimiento “Free Hugs”. Este joven se sentía tan privado de contacto humano que por un tiempo llegó a pensar en lo peor. Abandonado por su pareja, sin amistades, con sus padres separados y su abuela enferma, se sentía morir. Hasta que un día, en una fiesta sucedió algo maravilloso, una chica lo abrazó espontáneamente al empatizar con su tristeza. El frío, por un momento, desapareció de su corazón y el mundo volvió a tener armonía, equilibrio y ante todo, sentido.

Tras esa breve experiencia, Juan Mann, decidió ponerse en una calle con un gran cartel donde anunciaba que se ofrecía a dar abrazos a cualquiera que lo necesitara. Aquello fue terapéutico, maravilloso, sensacional… Se sentía tan privado de contacto y de afecto, que su mente bordeaba ya el abismo de la depresión, de la desesperación más extrema.

Nunca fue tan feliz, y de hecho, tal y como él mismo explicó en un documental, lo que más le fascinaba era ver cómo la gente accedía primero con algo de extrañeza, pero más tarde, cuando se separaban de él tras el abrazo, todos tenían una gran sonrisa en el rostro: todos salían ganando.

Corazones de hielo o la incapacidad de ofrecer afecto

Sabemos ya que ofrecer afecto es algo tan “primitivo” y necesario que no solo lo vemos entre nosotros, sino que también nuestros animales buscan a diario esa caricia, esa mirada en la que emocionarse con nuestra complicidad, con nuestras palabras amables… Entonces, si este tipo de conexiones son naturales, básicas y mágicas a la vez ¿por qué hay personas que actúan como auténticos corazones de hielo?
  • Bien, lo primero que debemos entender es que no hay una sola causa relacionada con los problemas para expresar sentimientos. No podemos agrupar todos estos comportamientos bajo una misma etiqueta ni verlo tampoco como algo patológico, como un trastorno.
  • Lo que hay en gran parte de los casos es una baja autoestima. Esa falta de seguridad en sí mismos hace que estén casi siempre a la defensiva en sus relaciones afectivas. Con ello buscan ante todo minimizar el riesgo de sentirse rechazos o más aún, evitar mostrar lo que ellos entienden como “vulnerabilidad”.
  • Es decir, si yo me muestro cálido, afectuoso y sensible con los demás evidencio mi fragilidad interior, mi baja autoestima. Por tanto, lo más prudente es mantener las distancias, evitar las muestras de afecto y con ello salvaguardar mi (falsa) apariencia de persona “fuerte”.
Por otro lado, existe otro aspecto que no podemos descuidar: el estilo de crianza. Nacer y crecer en un entorno con una privación absoluta de de afecto, donde el apego es inseguro o simplemente falto de él, hará sin duda que muchas personas no entiendan, no valoren o no se atrevan a ofrecer ese tipo de lenguaje que en cierto modo, no llegaron a conocer en su infancia. De ahí, los problemas para expresar sentimientos.
  • Tampoco nos olvidemos de las manifestaciones alexitímicas. Ahí donde no solo existe la incapacidad de mostrar emociones, sino también una falta de introspección, de empatía y un estilo cognitivo orientado solo hacia lo externo, lo racional y lo concreto. No obstante, y esto es importante tenerlo en cuenta, la alexitimia aparece en muchos casos en personas que tiene algún diagnóstico dentro del grupo de trastornos del espectro autista (TEA).
Por último y para concluir, hay algo que no podemos olvidar. No podemos “forzar” a estas personas a que expresen su afecto, puesto que esta estrategia nunca funciona. Es más, intentarlo de esta forma tan directa puede tener un efecto muy contraproducente y conseguir justo lo contrario a lo que pretendíamos. No olvidemos que tienen problemas para expresar sentimientos.

Lo más adecuado es trabajar desde las necesidades propias de cada persona, de su realidad psicológica y afectiva. En una buena parte de los casos, la estrategia terapéutica más lógica se orientará en trabajar la autoestima, construyendo una auto-imagen más positiva y segura.

Recordemos por tanto que detrás de esa pareja, ese amigo o ese niño que es incapaz de mostrar afecto, hay una carencia o un problema que debemos conocer y trabajar en conjunto.

Por Valeria Sabater
Psicóloga y Escritora

domingo, 1 de octubre de 2017

EL DUELO: oxigenar la herida que causa la pérdida


La vida es una constante sucesión de duelos. A lo largo del tiempo nos desprendemos de entornos, compañeros, familiares, amigos y parejas. Se rompen relaciones, se abandonan lugares, se finalizan etapas. Aparece el duelo.

Algunas de estas experiencias pueden ser dolorosas, pero el fallecimiento de un ser querido es sin duda la más dura. Son momentos muy difíciles, tanto que no sabes qué hacer para salir de esa espiral de dolor. No te exijas nada, no tengas prisa por encontrar soluciones y respuestas. No hay reglas escritas sobre qué es lo correcto cuando se pierde un vínculo importante e íntimo. Como seres humanos necesitamos tiempo para curarnos emocionalmente. Esa es precisamente una de las funciones principales del proceso de duelo.


“Si quieres poder soportar la vida, debes estar dispuesto a aceptar la muerte”
-Sigmud Freud-


Hay duelo donde hay sufrimiento
Algunas personas de tu entorno intentarán definir qué es lo que puede ayudarte más, incluso tú mismo puedes presionarte o encontrarte muy confundido. “No entres a su casa”  “Mejor evita volver a aquel lugar” “Lo que tienes que hacer es regalar sus cosas” “No te tortures mirando sus fotos”.

Decide por ti mismo, no evites momentos o situaciones que sientes que tienes que vivir, porque eso a la larga provocará mayor sufrimiento. Haz y di, todo lo que debas y quieras. Equivocarse en decir algo no duele tanto como no haber dicho las cosas. Aunque te invada el dolor: decide por ti mismo.

Hay fallecimientos que pueden generar más impacto que otros. Si piensas que la muerte podía haberse evitado, si crees que la persona ha sufrido, si te falta información, si falleció después de una larga enfermedad o quizás la forma en que recibiste la noticia. Muchas personas refieren estar mejor durante los primeros días que al cabo de unos meses. Es una reacción absolutamente normal cuya función es protectora. El estado de shock inicial es una defensa mental que nos protege ante el dolor desbordante.


“Como un mar, alrededor de la soleada vida, la muerte canta noche y día su canción sin fin
– Rabindranath Tagore-




Enfrentando la pérdida
En ocasiones el choque inicial, dentro del proceso de duelo, va seguido de miedo, angustia, pánico, agitación, ira, confusión. El pensamiento es caótico, no puedes concentrarte en nada, todavía no asimilas lo ocurrido e incluso imaginas que todo ha sido una pesadilla.

Tu mente no funciona como de costumbre, eso es cierto, pero todo lo que estás viviendo es completamente normal, es lo que llamamos: desrealización (desconectarte del entorno) y despersonalización (desconectarte de ti mismo). Es la manera que tiene el cuerpo de gestionar el sufrimiento dosificándolo a lo largo del tiempo.

Encontrarse en este estado no es estar loco ni enfermo. El aturdimiento y la confusión forman parte de la vivencia de tu pérdida, el duelo es natural por muy dañino que parezca. Cuando una persona querida ya no está con nosotros la reacción más humana es sufrir.

Si ya no está contigo esa persona tan importante lo último que fluye en ti son sentimientos de euforia y alegría, y no debes forzarte a ello. Date tiempo y permítete tu espacio para sentir la tristeza. Es momento de entrar en contacto contigo mismo y en tu entorno necesitas sensibilidad, cuidado y respeto.

Y los objetos de recuerdo ¿es mejor guardarlos o tirarlos? El problema no está en si se conservan o no, la cuestión es: qué se hace con ellos. Los objetos tienen como función ayudar a conservar un vínculo que ha sido muy importante para ti. Permiten conectar con recuerdos y sentir que todavía existe una relación.

Si los objetos hacen que expreses tus sentimientos entonces están ayudando a que continúes por el buen camino del duelo. Pero si conservarlos es un modo de no aceptar lo ocurrido o de negar la realidad entonces no te van a permitir avanzar. No es cuestión de desprenderse de todos con prisa, no te precipites. Concédete un tiempo para decidir qué te gustaría hacer con ellos. Además, no permitas que nadie realice este trabajo por ti, hacerlo tú mismo aunque resulte doloroso, te ayudará.


“La muerte no nos roba los seres amados. Al contrario, nos los guarda y nos los inmortaliza en el recuerdo. La vida sí que nos los roba muchas veces y definitivamente”
-François Mauriac-


¿Hasta cuándo?
No te castigues a ti mismo, jamás te persigas acusándote de que ya deberías sentirte mejor. Tus tiempos son tuyos, y el peor enemigo del duelo es no permitirse sentir. A partir de cada pérdida vamos aprendiendo lo que es realmente profundo e importante para nosotros. Ordenamos emociones y prioridades y crecemos personalmente. Si bien nada vuelve a ser igual, desarrollamos nuevas formas de superar las dificultades y de enfrentarnos a nuestros conflictos.

El duelo es una herida provocada por la falta de relación. Esta falta nos conduce a cuestionarnos sobre el sentido de la vida. Por ello las crisis vitales nos confrontan con muchas preguntas. Como seres humanos somos buscadores de sentido, y cuanto más lo persigamos, más huirá de nosotros.

El sentido no es una parada en el camino, no es una respuesta puntual, es una forma de caminar por la vida. Y precisamente a través de la perdida y el duelo vamos encontrando nuestro modo de continuar. No quieras ir deprisa, el único lugar al que tienes que llegar es a ti mismo.


“Si los hombres no pueden conseguir que la historia tenga sentido, pueden al menos actuar de tal forma que su propia historia lo tenga”
-Albert Camus-


Por Alicia Yagüe Fernández
Psicóloga. Constancia, superación y entusiasmo son los protagonistas en mi vida. La música y los libros: los mejores antídotos que ha creado el ser humano










jueves, 7 de septiembre de 2017

EN ESTE MOMENTO NO ESTOY PARA NADIE PORQUE ME NECESITO

garzas en la luna

Hoy no estoy para nadie porque me necesito. Sin embargo, esta elección hay muchas personas que no la comprenden. “Antisocial”, “rara”, “egoísta” son algunas de las palabras que he tenido que escuchar y que cuestionaban mi decisión de querer refugiarme conmigo misma.
Apagar el móvil, pasar tiempo a solas, estar un día sin salir a ninguna parte… En definitiva, cerrar las puertas a todo el mundo y abrazar el tiempo en soledad son comportamientos que no todos comprenden. A pesar de estar en la época de la conexión y la demanda continua de disponibilidad, necesito desconectar para cuidarme y respirar el olor a libertad.
Hay muchas personas que se enfadan cuando no estás disponible las veinticuatro horas del día. Consideran que desconectarte del mundo es una actitud egoísta. A mi me gusta llamarlo “amor propio”.

He llegado al límite, me necesito
Más veces de las que me gustaría, la frustración aparece en mi vida junta a la irritabilidad y la impaciencia. Es como si permaneciera en una situación de tensión constante. No sé de dónde proviene y, por lo tanto, desconozco la manera en que puedo deshacerme de ella. Sin embargo, cuando me paro a analizar la situación descubro que son señales de alerta que me indican que debo frenar. Ya ni siquiera descanso bien, aún durmiendo 8 horas al día.
A veces son señales de frustración que me gritan que he dado demasiado, incluso tanto que he olvidado priorizarme. Otras son señales de irritabilidad que tienen el poder de hacerme saltar hasta por la más mínima tontería y que no son más que un indicio de mi saturación. O quizás, señales de apatía que me llevan a vivir en piloto automático y que reflejan lo hundida que estoy bajo todas las responsabilidades que me he echado encima.

La cuestión es que cuando todas estas señales se manifiestan y llego al límite, una fuerza despierta en mi interior y lucha por salir de esta situación. Quizás sería más fácil no llegar a esta situación, pero a veces me resisto a ver lo que está ocurriendo. Solo las señales anteriormente mencionadas son las únicas capaces de espabilarme y hacerme ver que hay muchos momentos en los que me necesito.

Muchas veces necesito estar conmigo misma, pero el miedo a estar sola y ser juzgada provocan que ignore las señales de alerta

Estar a solas no me hace una persona egoísta
Me necesito y sé que esto no me hace una persona egoísta, a pesar de que la sociedad y principalmente, mi entorno, en ocasiones me hagan dudar y finalmente, acabe dejándome en segundo plano. Pero cuando lo hago, sé que no estoy haciendo lo que quiero, sino lo que los demás esperan.

Priorizarse es algo que está muy mal visto y que cuando se hace, uno arriesga a que lo tachen de persona egocéntrica. Incluso, estar con uno mismo en soledad también provoca que los demás puedan creer que se rechaza el contacto con ellos. No comprenden que estamos siempre conectados, participando en eventos sociales, atendiendo pequeñas urgencias, escuchando, apoyando a los demás en sus problemas… No comprenden que olvidarse a sí mismo es un flaco favor a la autoestima y el bienestar y que a la larga repercute en las relaciones.

Dedicarme tiempo es practicar el amor propio
Todo esto, con el tiempo, me lleva al límite porque me roba energía. Una energía que tengo que recuperar pasando un tiempo a solas sin que nadie tenga que juzgarme por ello. Necesito cuidarme, quererme y atenderme. En definitiva, necesito practicar el amor propio para estar bien.

Además, cuando me necesito y me lo permito, me doy cuenta de que estar conmigo misma no solo me recarga las pilas, sino que me permite restablecer de nuevo mi autocontrol y mejorar mis relaciones. Aunque parezca un sinsentido, al regalarme tiempo, soy capaz de relativizar roces cotidianos y pequeñas riñas que en ocasiones etiqueto como muy graves, cuando en realidad son tonterías.

Sobre todo, mi cerebro puede desconectar y esto es algo que mis neuronas, sin duda, agradecen. Concederme tiempo a solas, me ayuda a aclarar mi mente y pensar con mayor claridad. Pero lo que más me gusta y disfruto es poder conectar conmigo misma.Establecer esa conexión con mi “yo” interior para conocerme mejor, saber qué deseo y cómo estoy.

“Me necesito” y hoy no tengo vergüenza en admitirlo. He decidido priorizarme.

De este modo, cuando me siento agotada o noto que no saboreo la vida, me alejo del ajetreo diario y me doy tiempo para estar conmigo. Y si me es muy difícil pruebo con algunos minutos o una hora al día.

No siempre tenemos que dedicar todo el tiempo que tenemos a los demás o a otras responsabilidades. Nosotros también somos importantes. Si no nos cuidamos, si no nos priorizamos, ¿quién lo hará?

Raquel Lemos Rodríguez

sábado, 5 de agosto de 2017

EL DOLOR, UNA OPORTUNIDAD PARA CRECER COMO PERSONAS

A veces, la vida duele… y a veces sacude tan fuerte que parece difícil volver a levantarse. Y es que cuando vivimos un suceso doloroso somos de alguna manera empujados a intensos procesos emocionales. Unos procesos en los que hemos entrado por la propia inercia de la realidad, pero para los que, si queremos salir de ellos, vamos a necesitar mucha fuerza. de otra forma, será la amargura y el dolor los que nos consuman.

De hecho, quedarse enquistado en el dolor es una opción personal. Y así, anclados en el sufrimiento, evitamos el viaje interior que culmina en la aceptación, en la serenidad de la comprensión y en el desarrollo personal.


“El dolor no es para hacerte sufrir. El dolor es para hacerte más consciente. Y cuando eres consciente, la desdicha desaparece”.

-Osho-

El dolor es inevitable, el sufrimiento opcional…

Tanto el dolor como el sufrimiento forman parte de la vida. Cabe señalar que muchas veces utilizamos estos dos términos como sinónimos. Sin embargo, para poder gestionarlos adecuadamente es importante entender qué los diferencia.
Mujer sufriendo en silencio

El dolor, en su dimensión psicológica, es una emoción que puede surgir ante determinadas situaciones o problemas. Afecta física, emocional y mentalmente y perdura hasta que la persona se puede restablecer. En este sentido, el dolor implica aceptación y estar en contacto con lo que sentimos. También hay que señalar que el tiempo que se prolongue es proporcional a la magnitud que tiene para nosotros el evento que la produjo.

Y es que en realidad, nada tiene el poder de hacernos desdichados excepto nuestra propia actitud. Según el psicoterapeuta Joan Garriga, cualquier pérdida se puede convertir en una oportunidad para crecer como personas, para aligerarnos y para soltar apegos e identificaciones.

Asimismo, el gran riesgo de los procesos dolorosos es el de no superarlos e instalarse en posiciones existenciales que alimentan el sufrimiento: la queja, el victimismo, la venganza, la rigidez, el orgullo… En este sentido, cabe señalar que el dolor es un proceso inherente a la existencia y es importante para crecer y entender aquello de lo que participamos de una manera más enriquecedora.Por otra parte, el sufrimiento va un paso más allá. Cuando tenemos incapacidad para aceptar la realidad y continuar con nuestra vida, es cuando surge el sufrimiento. Este estado nos llevará una y otra vez a pensamientos y emociones que nos mantendrán en desequilibrio y que nos pueden hacer enfermar. Así, el sufrimiento sería una consecuencia no necesaria del dolor.

“En mitad del inverno, finalmente aprendí que había en mí un verano invencible”

-Albert Camus-


Y en el camino uno aprende…

En especial uno aprende sobre lo que es doloroso y en última instancia puede causar sufrimiento. Cuando contactamos con el dolor más desgarrador, tomamos consciencia de nuestra fragilidad al mismo tiempo que nos situamos en una posición, que nos permite como ninguna otra, conocer nuestra grandeza. Nuestro valor.

Mujer caminando descalza por la carretera
Y es en el camino donde uno aprende que todo cambia y que siempre sale el sol después de que el cielo se nuble, con la belleza y la fuerza de los nuevos amaneceres. Y es aquí cuando descubrimos la fuerza que habita en nuestro interior, superando un camino doloroso y la inercia que nos ha empujado a transitar por él.

En el sendero del dolor también se observa que del caos siempre emerge un nuevo orden. Un nuevo orden que lleva integrado un aprendizaje y una experiencia para seguir avanzando. Cada vez con más ligereza, cada vez con más sabiduría, cada vez con más serenidad y consciencia de que las épocas de dolor tienen el potencial de ser épocas de grandes transformaciones… y, por qué no, de grandes oportunidades.

“Las personas más bellas con las que me he encontrado son aquellas que han conocido la derrota, conocido el sufrimiento, conocido la lucha, conocido la pérdida, y han encontrado su forma de salir de las profundidades” 

-Elisabeth Kubler Ross-


Fuente: Irati Novella

sábado, 1 de julio de 2017

EL PODER DE UNA SONRISA

Sonrío y me siento bien, hago sonreír y me hace feliz. Cuando sonrío es posible que me sienta menos estresada. Cuando sonrío también siento que si tenía algo de dolor, lo puedo soportar ahora mejor. Una sonrisa me hace sentir relajada y distraída.

¿Será entonces verdad eso que dicen que reír alarga la vida? Sí, algo de verdad hay en ello… ¿Y sabes por qué? Porque si mi cerebro ríe, libera endorfinas. La liberación de endorfinas está presente en todos los estados de ánimo positivo y una de las responsables más importantes de la sensación de placer o de que el cerebro nos anestesie con rapidez cuando sufrimos un daño.

Además, cuando nos reímos reducimos la liberación de cortisol, la hormona del estrés; para compensarlo, el cerebro libera dopamina, una sustancia que se asocia con emociones positivas. Con la risa logramos también liberar energía negativa del cuerpo, tal y como nos contó Freud.

Quiero seguir convenciéndote para que no pierdas la sonrisa, así que te contaré que cuando activas los músculos faciales encargados de la risa tu cerebro comienzo a liberar inmediatamente dopamina y endorfinas, aunque la sonrisa no sea espontánea. Este último matiz es muy importante, ya que implica que cambiando nuestra gestualización de manera consciente podemos también cambiar nuestro estado de ánimo.



Por otro lado, ¿qué ocurrirá entonces si me hacen reír? Pues que tu cerebro se oxigenará y tu sistema límbico se activará y con ello facilitará las funciones de retención de memoria. Así, no olvides hacer reír antes de contar algo que quieras que alguien recuerde. Su cerebro estará más preparado para codificar, retener y recuperar esa información.
“Una sonrisa cuesta poco pero vale mucho. Quien la da es feliz y quien la recibe la agradece. Dura solo un instante y su recuerdo, a veces, perdura toda una vida”
-Mariano Aguirre-

Efectos sociales de la risa

Después de haber visto cómo funciona mi cerebro cuando me estoy riendo, vamos a ver qué ocurre en los demás cuando les obsequio con mi sonrisa. Lo cierto es que la sonrisa nos hace más atractivos; alguien sonriente siempre va a ofrecer una compañía más deseable que alguien que no sonría o que frunza el ceño nada más conocer a otra persona.

La risa proyecta una imagen de mí mismo de seguridad y estima, genera más confianza e invita a que los demás se acerquen a ti. Así, cuando sonrío me siento más optimista y puedo generar una mejor versión de mí, una versión que luego trasladaré -y contagiaré- al exterior.

La sonrisa tiene el poder de generar sonrisas en los demás gracias a nuestras “neuronas espejo“. Estas neuronas se encargan de imitar de forma innata aquello que vemos del exterior. Por eso a veces cuando oímos o vemos a alguien con un ataque de risa, nos ponemos a hacer lo mismo sin saber porque, nos contagiamos de su energía positiva.

El humor y la risa pueden darnos un nuevo enfoque sobre las situaciones en las que nos encontramos, ya que activan nuestra corteza prefrontal. Este área se encarga de las funciones humanas más desarrolladas, como la creatividad, la perseverancia, el pensamiento más flexible y la organización. Así lo demuestra un estudio realizado en 2010 sobre la risa y el cerebro.

Rodéate de personas que te hagan reír

Conociendo ahora todos los beneficios de la risa buscaré a personas que me hagan reír, buscaré gente optimista y con la sonrisa en la cara. Voy a rodearme de gente que me transmita energía y buen humor. Voy a buscar gente que sepa reírse de sus problemas, que vea un lado cómico a las situaciones y sobre todo que sepa reírse de sí misma. Quiero gente que desprenda sonrisas y que las contagie.

Me comprometo yo también a transmitir todo esto, a hacer reír, a repartir dopamina, a reducir el cortisol, a aumentar las endorfinas y a activar tus neuronas espejo. Me comprometo porque quiero verte reír, porque el humor ayuda a superar las adversidades y ver un poco más de luz al final de cualquier túnel. Quiero que sea así, porque quizás cuando ya no me quede nada más por aportar, te daré una buena sesión de risas… y si con ello puedo ayudarte, ten por seguro que lo haré.

Por Adriana Díez ( lamenteesmaravillosa.com)

sábado, 3 de junio de 2017

JUNTOS PERO NO ATADOS: LA LEYENDA SIOUX


1Según una antigua y bella leyenda Sioux para que una pareja perdure y sea feliz los dos miembros deben volar juntos uno al lado del otro pero jamás atados, jamás siendo esclavos. Porque el amor auténtico no encadena, sino que une dos individualidades en un mismo proyecto sin que ninguno de los dos tenga que renunciar a su propio ser, a su propia identidad.
Resulta curioso como la antigua sabiduría de los nativos americanos sigue a día de hoy, inspirándonos con sus historias, con sus leyendas a instantes mágicas, pero capaces siempre de favorecer en nosotros un valioso despertar al contarnos hechos que de algún modo, continúan siéndonos útiles y significativos. De entre toda esta antropología de saberes, es casi siempre el pueblo Sioux quien más nos han aportado gracias a su vasto tesoro cultural.

“Uno a uno, todos somos mortales. Juntos, somos eternos”
-Apuleyo-

A ellos les debemos por ejemplo la leyenda del atrapasueños, y a ellos también este regalo en forma de fábula donde se nos da una lección sencilla pero rotunda sobre cómo se construye una relación de pareja estable y feliz. A su vez, y como dato de interés, cabe recordar que tenemos a nuestro alcance el apasionante libro “Cuentos y leyendas de los indios Sioux” de Zitkala-Ša.

Esta interesante autora fue la primera india sioux educada en occidente, defensora también de las tradiciones de su pueblo, violinista y ante todo activista. Es ella quien nos aportó a principios del siglo XX parte de su legado cultural a través de unos textos sencillos a la vez que maravillosos, donde se encuentra esta deliciosa leyenda en la que ahora queremos profundizar.
El amor, el individuo y la pareja para los Sioux

Cuenta una vieja leyenda que una joven pareja de indios Sioux acudió una mañana a visitar al chamán de su poblado. Vivían cerca de Paha Sapa, las actuales Colinas negras, consideradas sagradas para este pueblo. El joven era un valiente guerrero, y en su corazón habitaba la honorabilidad y la nobleza por igual. En Nube alta, la muchacha de ojos rasgados y cabellera abundante, también brillaba la decisión y ante todo, ese amor profundo por el que iba a ser su esposo.

La razón por la que se habían decidido a visitar el chamán era muy importante para ellos: tenían miedo, temían que su compromiso, que ese amor devoto y firme que ahora se profesaban se rompiera de alguna forma. Temían incluso fallecer y no poder encontrarse en el más allá. Deseaban que el anciano brujo les diera un remedio, un sortilegio o un conjuro para que su amor fuera eterno.

El reto
El viejo chamán los miró unos instantes a ambos con su rostro aguileño y cuajado de años. Se fumó unas cuantas pipas, arrugó el ceño, se aclaró la voz para después, coger la mano de la muchacha:
-Si deseas conservar a tu lado a tu amado durante largo tiempo deberás emprender un viaje. No va a ser fácil, te lo advierto. Subirás a esa colina que ves allá al fondo y cazarás con tus propias manos a un halcón, el más fuerte, el más hermoso. Después, deberás traerlo aquí vivo el tercer día después a la Luna llena.

A continuación, el chamán se volvió hacia el joven guerrero.

-En cuanto a ti, debes saber que tu tarea va a ser igual de compleja y sacrificada. Tienes que subir la montaña más alta de nuestro poblado y cazar un águila. La más bella, la más vigorosa, la más salvaje. Deberás traerla aquí el mismo día que tu amada.
         

El resultado
La joven muchacha sioux y su amado cumplieron con el reto propuesto por el anciano chamán. Ella llevaba en una bolsa de piel a un halcón. El joven guerrero, portaba a su águila. La más hermosa, la más fuerte. Cuando llegaron hasta el viejo brujo, ambos preguntaron cuál iba a ser el siguiente paso: ¿Sacrificar a las aves y bañarnos con su sangre, quizá?-preguntaron.
– Ahora debéis hacer lo que os digo: coged a las aves y atadlas con una tira de cuero por las patas. De manera que una quede atada a la otra y viceversa. Después, deberéis soltarlas para que vuelen libres.

Cuando ambos cumplieron con lo ordenado, se quedaron atónitos y sin palabras al ver el resultado. Cuando las dos aves intentaron alzar el vuelo, lo único que consiguieron fue caer una y otra vez. Frustradas y llenas de ira, empezaron a picotearse la una a la otra.

El viejo chamán fue hasta ellas y las soltó. Este es el conjuro que voy a daros: aprended de lo que acabáis de ver. Si os atáis el uno al otro, aunque sea con amor, lo único que vais a conseguir es arrastraros, lastimaros y ser infelices. Si deseáis que vuestro amor perdure: volad juntos bien alto pero jamás atados. Porque el verdadero amor une pero no encadena.
La pareja emocionalmente ecológica: juntos pero nunca atados.

“Juntos pero no atados” , de Jaume Soler y Mercè Conangla es otro libro igual de interesante que profundiza a la perfección en esta idea central que nos aporta la antigua leyenda Sioux. Lo que nos proponen estos autores es que seamos capaces de construir lo que ellos han denominado una adecuada “ecología emocional”.

“La capacidad de reír juntos… eso sí que es amor”
-Françoise Sagan-

En el complejo reto de afianzar una relación de pareja estable, feliz, madura y enriquecedora, es necesario equilibrar fuerzas y espacios y crear una alquimia donde “ser uno sin dejar de ser dos”. Es necesario a su vez, no perder nunca el territorio de la identidad, el espacio del amor propio, el jardín de la autoestima y ese salón privado donde habitan los propios sueños y todo aquello que nos define.Por otro lado, y para concluir, cabe recordar también que esta leyenda y el propio principio de ecología emocional, puede aplicarse a cualquier tipo de relación, ya sea en una amistad e incluso en un vínculo paterno-filial. Porque al fin y al cabo, en cualquier unión estamos obligados a salvaguardar los espacios individuales para poder preservar así la magia de esa alianza. Por otro lado, y para concluir, cabe recordar también que esta leyenda y el propio principio de ecología emocional, puede aplicarse a cualquier tipo de relación, ya sea en una amistad e incluso en un vínculo paterno-filial. Porque al fin y al cabo, en cualquier unión estamos obligados a salvaguardar los espacios individuales para poder preservar así la magia de esa alianza.

 Por lamenteesmaravillosa.com

jueves, 4 de mayo de 2017

4 frases de Jung que te acompañarán en tu proceso de crecimiento


Hablar de Carl Gustav Jung no es una tarea sencilla, ya que parte de su pensamiento es profundo y complejo. Con su capacidad de introspección fue capaz de alumbrar a las demás almas perdidas que habitan en el mundo a encontrarse a sí mismas. Así, aportó luz al conocimiento humano y habló con honestidad sobre los puntos que consideraba necesarios para adentrarnos en la psicología profunda.
Así, a continuación vamos a recopilar algunas de las ideas a las que Jung dio forma. Ideas que muchas veces resuenan como mantras en nuestro interior. Pensamientos que revolucionarios que bien interpretados pueden constituirse en auténticos motores de cambio…

“La vida no vivida es una enfermedad de la que se puede morir”
Efectivamente… todos nosotros tenemos deseos, anhelos, motivaciones y un potencial inmenso por descubrir. Muchas veces nos encontramos viviendo una vida que no nos corresponde. Nuestro ser grita y nadie le escucha. Se incomoda y lucha, pero acaba por aceptar un destino que no es el que busca.
A veces acabamos viviendo de una manera que no nos corresponde. Que no cuadra, ni encaja con nosotros. La falta de autenticidad y de verdad con uno mismo pasa factura a nuestro cuerpo y a nuestra mente. Vivir una vida de forma no auténtica tiene repercusiones que tu cuerpo y tus vivencias se encargarán de mostrarte sin tardar demasiado.

“Todo lo que nos irrita de otros nos lleva a un entendimiento de nosotros mismos”
Una vez más las proyecciones mejoran nuestro autoconocimiento. Al mismo tiempo que proyectamos, generamos la oportunidad de ver con nitidez en el otro aquello que no somos capaces de ver en nosotros. O que no queremos ver… la paradoja reside es que ni poniéndolo en este espejo muchas veces somos capaces de reconocerlo.
Las proyecciones pueden hacerse hacia aquello que detestamos en otros o hacia aquello que admiramos en los demás, pero que no vemos en nosotros mismos. Cuando te descubras sumamente irritado por algo que a priori debería darte igual plantéate si puede tener que ver con algo que detestas también de ti y no aceptas.
No se trata de odiarse a uno mismo, nada más lejos querría Jung. Se trata de comprender los propio puntos oscuros y aceptarlos para poder cambiarlos. Si no, siempre proyectaremos en el otro aquello que no aceptamos de nosotros mismos. Y una vez más estaremos condenados a una vida de engaño y no-autenticidad.

“Aquello a lo que te resistes, persiste”
Todas las lecciones que has de aprender en tu vida se te repetirán hasta que consigas aprenderlas e incorporarlas en el conocimiento que atesoras sobre ti y sobre el mundo. Cuántas veces has tropezado con el mismo tipo de personas que te han dañado, pero sigues ahí inmolándote en una tarea imposible. O cuántas veces te has visto resistiéndote a aceptar tus sombras.
Las amontonas en un cajón que no quieres ver. Pero siguen ahí, y cuanta más fuerza hagas por esconder tu naturaleza, con más virulencia brotará esta al exterior. De la manera incontrolable e impredecible porque tú, al tratar de taparla con la alfombra, has renunciado a ese control.

“La depresión es como una señora de negro. Si llega, no la expulses, más bien invítala como una comensal en la mesa, y escucha lo que te tiene que decir”
¿Cómo, si no, vamos a entender por qué ha aparecido…? Si no sentamos a estos invitados repentinos en nuestra mesa y les escuchamos, jamás entenderemos por qué aparecieron. Las emociones se agarran a un sentido para existir. Aparecen por un motivo concreto. Algo tiene que ser visto, escuchado y aceptado para poder ser cambiado. Vivir de espaldas a nosotros mismos no nos servirá de mucho. No tardarán en aparecer sensaciones desagradables y difíciles de digerir.
Sin duda, seguramente sean frases que resuenen en ti. Todas ellas nos invitan a ser auténticos, a no tapar lo que es nuestro, a escuchar lo que la vida quiere decirnos y a no darle la espalda. A respetarnos y a respetar a los demás sin colocarles de manera injusta lo que no les corresponde. Gracias, Jung, por todo el legado que dejaste y que nos ayuda en cada uno de nuestros procesos de crecimiento. Unos procesos que, por otro lado, jamás se interrumpen ni terminan.

https://lamenteesmaravillosa.com

sábado, 1 de abril de 2017

HAY QUE DEJAR IR A QUIEN NUNCA HIZO NADA PARA QUEDARSE


Hay que dejar ir a quien nunca hizo nada para quedarse, a esas personas de sentimientos temporales que nos hicieron invertir tiempo e ilusiones. Dejar ir requiere valentía, pero lejos de aceptarlo como un final, debemos verlo como el principio de algo nuevo.
¿Quién no se ha visto obligado en alguna ocasión a tener que cerrar una etapa de su vida? En ocasiones lo llaman “cerrar círculos
No obstante, esta idea de la circularidad más que darnos la visión de algo que se cierra con un inicio y un final, nos hace visualizar más bien una entidad que nunca termina, como una especie de uróboro o eterno retorno. Debemos ver esas etapas de nuestra vida como una línea por las que avanzar, por las que fluimos a medida que crecemos.
Y para crecer, nos desprendemos de ciertas cosas, a la vez que ganamos otras. La vida es un avance imparable que nos abruma y que nos quita el aliento, y de nada nos vale quedarnos encallados en algo o alguien que nos hunde hacia abajo como la piedra que cae por un pozo.
Quien no nos reconoce, quien nos hace daño y erosiona nuestro ser, nuestra esencia como persona, está vulnerando nuestro crecimiento.
Ahora bien, puede que nos cueste darnos cuenta, que no deseemos verlo durante un tiempo, pero la infelicidad es algo que nadie puede esconder. Duele, marchita y nos apaga. Así que no lo permitas. En la vida siempre llega un momento en que es mejor soltar, dejar ir…

Hay que dejar ir hasta a quien nos abandonó
El dejar ir, el cerrar una etapa de nuestra vida no se refiere solo a decir adiós a quien comparte vida con nosotros, en un acto de decisión o valentía. Es posible que no seas tú quien abandona, puede que en realidad, hayas sido el abandonado. En este caso, la idea de soltar, de asumir esa ruptura y avanzar de nuevo hacia adelante es algo vital.

Niña cogiendo un corazón colgado de un árbol

  • Debemos dejar ir a quien nos ha abandonado, porque de no hacerlo, seguiremos aferrados a un sinfín de emociones negativas que nos van a herir cada día más. Y los responsables, seremos en esta ocasión nosotros mismos. 
  • Cerrar ese ciclo de nuestra vida en el cual existe aún el dolor desgarrador del abandono, requiere tiempo. El duelo debe vivirse, llorarse, asumirse y más tarde, aceptar lo ocurrido hasta lograr llegar al perdón. Una vez cauterizada la herida y cuando nos encontremos libres de cargas al haber podido perdonar, nos sentiremos más ligeros para dejar ir con la máxima plenitud. 
  • Un abandono es la ruptura de un vínculo, y como tal debemos “retornar” hacia nosotros mismos. 
  • Hasta no hace mucho dicho lazo se nutría del amor hacia esa relación. Ahora, roto ya el cordón umbilical debemos reeencontrarnos, cuidarnos a nosotros mismos, atendernos para reforzar ese vínculo con nuestra autoestima para volver a mirar hacia delante. Fortalecidos. 
  • No alimentes nostalgias, no focalices tu mirada en el ayer porque el pasado ya no existe, se fue, no está… Y recuerda sobre todo que quien vive de la nostalgia no hace más que alimentar el sufrimiento, y “aferrarse” mientras idealiza un pasado dejando que se pierda su presente. Su oportunidad de ser feliz “aquí y ahora”. 
Hay que dejar ir sin resentimientos
Quien alimenta la rabia, el despecho y el resentimiento se vuelve prisionero de quien le hizo daño. Es así de sencillo y así de contundente. Quien te provoca la ira y focaliza todo tu desprecio, te hace ser un eterno cautivo de tus propias emociones negativas.
Perdonar no es fácil. En ocasiones asumimos que el perdón es una renuncia a nosotros mismos, que es como claudicar y vernos como víctimas. Nada más lejos de la realidad.
Para perdonar debes conseguir de nuevo tener confianza en ti mismo. Nadie es tan fuerte como la persona que es capaz de conceder el perdón a quien le hizo daño porque demuestra a su vez, que ha superado el miedo, que ya no teme al enemigo y que se siente más libre.
El desprendernos de los resentimientos y la rabia nos devuelve a nuestro estado inicial facilitándonos el dejar ir. Nuestro corazón vuelve a sanarse y deja de lado esas emociones negativas. Solo entonces el acto de “dejar ir”, se convierte en algo más fácil de conseguir, a la vez que liberador.
No inviertas tiempo en quien ya no lo merece, en quien no hizo nada para quedarse a tu lado, o en luchar por ti. Ábrele el camino y ofrécele libertad, déjalo ir. Porque no merece la pena luchar contracorriente, porque toda puerta que se cierra, es una oportunidad que se abre. 

Por Valeria Sabater
Soy psicóloga y escritora. La curiosidad por el conocimiento humano es mi cerradura particular, la psicología mi llave, la escritura, mi pasión

domingo, 1 de enero de 2017

PODERES DORMIDOS

Somos almas, aunque vivimos solamente como materia. Somos materia movida por un espíritu. Y tenemos la capacidad creativa de densificar nuestros pensamientos y emociones. De convertirlos en materia, aunque no seamos conscientes de esto.

No conocemos como funciona nuestro cuerpo, no sabemos de nuestros poderes, de lo que podemos llegar a ser capaces. Y como no creemos nada de esto y ni siquiera queremos salir a averiguarlo, nos hacemos adictos a la estructura imperante en cada una de nuestras mentes, en cada una de nuestras culturas.

No podemos despegarnos de la realidad que vemos, no queremos salir de ese mundo que nos presentaron como cierto y único. Si la ciencia dice que es imposible curar una enfermedad, entonces será imposible hacerlo. Si aparece en los medios de comunicación, será verdad. Si lo enseñan en la universidad, será así.

Desde que nacemos hasta que nos convertimos en adultos limitan nuestro ser con información erronea. Nuestra creatividad esta atrofiada, son pocos los seres humanos que usan la energía del crear y son conscientes de aquella fuerza tan poderosa. Y ni que hablar del corazón, de las emociones. Nos enseñan a no sentir, nos prohíben sentir. Es por eso que no tenemos consciencia de lo maravilloso de nuestro chakra corazón, de la inteligencia que ahí reside.

Al menos, la mayoría reconoce que tiene un cuerpo mental, pensar no tiene tanta mala prensa en los tiempos que corren. El problema es que no pensamos libremente y creemos que solo somos nuestros pensamientos.

El implante informativo que tenemos en nuestro cerebro se lleva de maravillas solo con lo que se puede tocar y con los pensamientos limtantes. Aunque descree del resto de nuestras energías invisibles.

Somos capaces de sentir, de pensar, de crear y de materializar, equilibradamente. El espíritu se hace cuerpo, lo invisible se hace visible. Si comenzamos a utilizar nuestros poderes dormidos, podremos transformarnos en artistas con obra propia y dejar de ser robots, producto de la invención de otros.

Por Gustavo Levin