domingo, 2 de diciembre de 2012

Se nos está olvidando vivir…

“A pesar de que vivimos en la era del jet, el celular, el microondas, los cajeros automáticos, internet, etc., es decir, rodeados de miles de innovaciones para ahorrar tiempo, pocas son las personas que no andan a la carrera y agobiadas porque no les alcanza el tiempo para nada. Parece que estar constantemente deprisa se convirtió en un “modus vivendi”, a tal punto que muchas personas se sienten culpables cuando se toman unos minutos para descansar aunque estén exhaustas.
Pero, qué nos ha llevado a montarnos en esta especie de avión ultra sónico en el que todos viajamos incómodos pero nadie se puede bajar?
Nos ha llevado el inmediatismo al que nos han acostumbrado las soluciones instantáneas que nos ofrece la publicidad y las historias del cine o la TV; la creencia de que “el tiempo es oro”, que nos ha convencido de que cada minuto del día debe ser productivo ; el cultivo del ego que nos anima a trabajar más para poseer más y aparentar más; la idea de que tener mucho equivale a ser más felices que pregona la cultura consumista y nos empuja a producir y gastar sin descansar…
Lo cruel es que en esta loca carrera finalmente logramos estirar el tiempo para hacerlo todo menos vivir, si por vivir entendemos compartir, reír, pasear, conversar, jugar, gozar o soñar. El impacto que esta forma de vida tiene en la familia es funesto. Al andar a la carrera vivimos como “volando por instrumentos”, es decir, concentrados en todo lo urgente por hacer, pero desconectados de lo que somos y sentimos. Y al no estar conectados con nuestros sentimientos es imposible establecer sólidos vínculos afectivos con nuestros seres queridos. Así, nuestras relaciones familiares se limitan a contactos superficiales, carentes de calidez, que por su trivialidad se desbaratan con cualquier tormenta.
El tiempo no puede seguir siendo nuestro enemigo. Lo necesitamos para formar la familia que soñamos tener. Hace falta tiempo para establecer lazos profundos con nuestro cónyuge, porque éstos se tejen en los momentos compartidos sin más propósito que estar juntos; tiempo para ganarnos la confianza de nuestros hijos porque saben que sí estaremos a su lado cuando nos necesiten; tiempo para cultivar una buena comunicación con ellos porque estamos allí para que nos cuenten sus pesares cuando desean compartirlos; tiempo para formar su conciencia porque estamos tan presentes que nuestro proceder les muestra qué está bien y qué está mal…
Vivir a la vida a la carrera atropella las relaciones. La impaciencia, producto del afán por ganarle la carrera al reloj, impide que tratemos a nuestros hijos con el afecto que merecen. Hacer muchas cosas alimenta el ego pero deja morir de hambre el corazón.
Llena la agenda pero destrozan la familia. Si el tiempo es oro, no lo desperdiciemos haciendo muchas cosas para comprar el amor de nuestra familia, el cual obtendremos gratis si dedicamos más tiempo a disfrutar de los hijos y ocupar el primer lugar en su corazón.”.-
Fuente: angelamarulanda.com

viernes, 26 de octubre de 2012

DIALOGA CON LA ENFERMEDAD

     
Nuestro cuerpo es un todo en equilibrio en el cual cada célula, cada órgano, cada sistema asume su función espontánea y libremente orquestada por el ánima que le da vida. El pensamiento aporta, en gran medida, la dirección que deben llevar las emociones vividas; organiza el resultado de las sensaciones percibidas y elabora una respuesta interna que nos da la medida del grado de felicidad, serenidad y calma o en su defecto, de angustia, desesperación o impotencia que sufrimos.
Cada vez cobra mayor fuerza la evidente relación entre cuerpo y mente, comenzando la ciencia médica a admitir dicha incidencia de las emociones en la salud. Si esto es así, ciertamente, la enfermedad se presenta como respuesta a un desequilibrio que el cuerpo sufre cuando las coordenadas de desorden interno aparecen. Y lo hacen mucho más frecuentemente de lo que pensamos. Si cada vez que nos enfadamos supiésemos realmente el nocivo efecto para nuestra salud, tal vez pensaríamos mejor lo que decimos o cómo nos sentimos. Repetir estas actitudes continuamente no deja otro camino que la ruptura del orden sistémico de nuestro cuerpo.
Cuando la enfermedad aparece debemos preguntarnos qué ha sucedido o viene sucediendo en nuestra vida para que así sea; otras veces, la respuesta no está en el por qué sino en el para qué nos está sucediendo alguna alteración orgánica. Qué debemos aprender con ello. Tal vez a comer más sanamente, a no beber alcohol, a reprimir la ira, a mejorar los hábitos de convivencia…tantas y tantas respuestas como personas somos.
La buena noticia está en poder conectar con lo que nos pasa y dialogar con ello. No sólo debemos hacer las preguntas que nos lleven a descubrir en qué estamos alterando nuestro sagrado equilibrio, sino también considerar que podemos sanar nuestros males con la intención de recomponer nuestra conducta enviando toda la energía sanadora de nuestro interior a esa parte u órgano afectado.
Otra novedosa noticia es que debemos perdonar a la enfermedad. El cáncer no es sino una equivocación de las células al reproducirse. Un error. Un comportamiento anómalo que puede ser comprendido y sanado desde la compasión por ellas y por nosotros mismos. ¿No tratamos de perdonar los errores ajenos? ¿No nos perdonamos a nosotros tantas veces?¿Nos estará poniendo a prueba, nuestro cuerpo, para pulsar nuestra capacidad de perdón?
Sanar significa estar en paz. Rescatar la estabilidad perdida, reconstruir el comportamiento y recuperar la serenidad interna. Enviemos luz sanadora a lo que se ha detenido o está funcionando equivocadamente… hagámoslo…creamos o no…funciona, siempre funciona. Y sobre todo, aprendamos de ello lo que se nos muestra como una gran lección. Si podemos enfermarnos a nosotros mismos…podemos sanarnos también. No hay duda.
por Eva Borrego Esquivel
Fuente: www.cusihuasi.ning.com

lunes, 17 de septiembre de 2012

La ciudad de los pozos

 Esta ciudad no estaba habitada por personas, como todas las demás ciudades del planeta.
Esta ciudad estaba habitada por pozos. Pozos vivientes …pero pozos al fin.
Los pozos se diferenciaban entre sí, no solo por el lugar en el que estaban excavados sino también por el brocal (la abertura que los conectaba con el exterior). Había pozos pudientes y ostentosos con brocales de mármol y de metales preciosos; pozos humildes de ladrillo y madera y algunos otros más pobres, con simples agujeros pelados que se abrían en la tierra.
La comunicación entre los habitantes de la ciudad era de brocal a brocal y las noticias cundían rápidamente, de punta a punta del poblado.
Un día llegó a la ciudad una “moda” que seguramente había nacido en algún pueblito humano: la nueva idea señalaba que todo ser viviente que se precie debería cuidar mucho más lo interior que lo exterior. Lo importante no es lo superficial sino el contenido.
Así fue como los pozos empezaron a llenarse de cosas. Algunos se llenaban de cosas, monedas de oro y piedras preciosas. Otros, más prácticos, se llenaron de electrodomésticos y aparatos mecánicos. Algunos más optaron por el arte y fueron llenándose de pinturas, pianos de cola y sofisticadas esculturas posmodernas. Finalmente los intelectuales se llenaron de libros, de manifiestos ideológicos y de revistas especializadas.
Pasó el tiempo.
La mayoría de los pozos se llenaron a tal punto que ya no pudieron incorporar nada más.
Los pozos no eran todos iguales así que, si bien algunos se conformaron, hubo otros que pensaron que debían hacer algo para seguir metiendo cosas en su interior…
Alguno de ellos fue el primero: en lugar de apretar el contenido, se le ocurrió aumentar su capacidad ensanchándose.
No paso mucho tiempo antes de que la idea fuera imitada, todos los pozos gastaban gran parte de sus energías en ensancharse para poder hacer más espacio en su interior.
Un pozo, pequeño y alejado del centro de la ciudad, empezó a ver a sus camaradas ensanchándose desmedidamente. El pensó que si seguían hinchándose de tal manera , pronto se confundirían los bordes y cada uno perdería su identidad…
Quizás a partir de esta idea se le ocurrió que otra manera de aumentar su capacidad era crecer, pero no a lo ancho sino hacia lo profundo. Hacerse más hondo en lugar de más ancho.
Pronto se dio cuenta que todo lo que tenía dentro de él le imposibilitaba la tarea de profundizar. Si quería ser más profundo debía vaciarse de todo contenido…
Al principio tuvo miedo al vacío, pero luego, cuando vio que no había otra posibilidad, lo hizo. Vacío de posesiones, el pozo empezó a volverse profundo, mientras los demás se apoderaban de las cosas de las que él se había deshecho…
Un día, sorpresivamente el pozo que crecía hacia adentro tuvo una sorpresa: adentro, muy adentro y muy en el fondo encontró agua!!!.
Nunca antes otro pozo había encontrado agua…
El pozo superó la sorpresa y empezó a jugar con el agua del fondo, humedeciendo las paredes, salpicando los bordes y por último sacando agua hacia fuera.
La ciudad nunca había sido regada más que por la lluvia, que de hecho era bastante escasa, así que la tierra alrededor del pozo, revitalizada por el agua, empezó a despertar.
Las semillas de sus entrañas, brotaron en pasto, en tréboles, en flores, y en troquitos endebles que se volvieron árboles después…
La vida explotó en colores alrededor del alejado pozo al que empezaron a llamar “El Vergel”.
Todos le preguntaban cómo había conseguido el milagro.
-Ningún milagro -contestaba el Vergel-. Hay que buscar en el interior, hacia lo profundo…
Muchos quisieron seguir el ejemplo del Vergel, pero desandaron la idea cuando se dieron cuenta de que para ir más profundo debían vaciarse.
Siguieron ensanchándose cada vez más para llenarse de más y más cosas…
En la otra punta de la ciudad, otro pozo, decidió correr también el riesgo del vacío…
Y también empezó a profundizar…
Y también llegó al agua…
Y también salpicó hacia fuera creando un segundo oasis verde en el pueblo…
-¿Qué harás cuando se termine el agua? -le preguntaban.
-No sé lo que pasará -contestaba-. Pero, por ahora, cuánto más agua saco, más agua hay.
Pasaron unos cuantos meses antes del gran descubrimiento.
Un día, casi por casualidad, los dos pozos se dieron cuenta de que el agua que habían encontrado en el fondo de sí mismos era la misma… Que el mismo río subterráneo que pasaba por uno inundaba la profundidad del otro.
Se dieron cuenta de que se abría para ellos una nueva vida. No sólo podían comunicarse, de brocal a brocal, superficialmente , como todos los demás, sino que la búsqueda les había deparado un nuevo y secreto punto de contacto:
La comunicación profunda que sólo consiguen entre sí, aquellos que tienen el coraje de vaciarse de contenidos y buscar en lo profundo de su ser lo que tienen para dar…

jueves, 2 de agosto de 2012

El amor no duerme

Donde hay amor no hay deseos. Y por eso no existe ningún miedo. Si amas de verdad a tu amigo, tendrías que poder decirle sinceramente: “Así, sin los cristales de los deseos, te veo como eres, y no como yo desearía que fueses, y así te quiero ya, sin miedo a que te escapes, a que me faltes, a que no me quieras.” Porque en realidad, ¿qué deseas? ¿Amar a esa persona tal cual es, o a una imagen que no existe? En cuanto puedas desprenderte de esos deseos-apegos, podrás amar; a lo otro no se lo debe llamar amor, pues es todo lo contrario de lo que el amor significa.
El enamorarse tampoco es amor, sino desear para ti una imagen que te imaginas de una persona. Todo es un sueño, porque esa persona no existe. Por eso, en cuanto conoces la realidad de esa persona, como no coincide con lo que tú te imaginabas, te des¬enamoras. La esencia de todo enamoramiento son los deseos. Deseos que generan celos y sufrimiento porque, al no estar asentados en la realidad, viven en la inseguridad, en la desconfianza, en el miedo a que todos los sueños se acaben, se vengan abajo.
El enamoramiento proporciona cierta emoción y exaltación que gusta a las personas con una inseguridad afectiva y que alimentan una sociedad y una cultura que hacen de ello un comercio. Cuando estás enamorado no te atreves a decir toda la verdad por miedo a que el otro se desilusione porque, en el fondo, sabes que el enamoramiento sólo se alimenta de ilusiones e imágenes idealizadas.
El enamoramiento supone una manipulación de la verdad y de la otra persona para que sienta y desee lo mismo que tú y así poder poseerla como un objeto, sin miedo a que te falle. El enamoramiento no es más que una enfermedad y una droga del que, por su inseguridad, no está capacitado para amar libre y gozosamente.
La gente insegura no desea la felicidad de verdad; porque teme el riesgo de la libertad y, por ello, prefiere la droga de los deseos. Con los deseos vienen el miedo, la ansiedad, las tensiones y…, por descontado, la desilusión y el sufrimiento continuos. Vas de la exaltación al desespero.
¿Cuánto dura el placer de creer que has conseguido lo que deseabas? El primer sorbo de placer es un encanto, pero va prendido irremediablemente al miedo a perderlo, y cuando se apoderan de ti las dudas, llega la tristeza. La misma alegría y exaltación de cuando llega el amigo, es proporcional al miedo y al dolor de cuando se marcha… o cuando lo esperas y no viene… ¿Vale la pena? Donde hay miedo no hay amor, y podéis es¬tar bien seguros de ello.
Cuando despertamos de nuestro sueño y vemos la realidad tal cual es, nuestra inseguridad termina y desaparecen los miedos, porque la realidad es y nada la cambia. Entonces puedo decirle al otro: “Como no tengo miedo a perderte, pues no eres un objeto de propiedad de nadie, entonces puedo amarte así como eres, sin deseos, sin apegos ni condiciones, sin egoísmos ni querer poseerte.” Y esta forma de amar es un gozo sin límites.
- Fuente: http://psicologaerycervantes.blogspot.com.es

domingo, 15 de julio de 2012

Cambia de pensar y cambia tu vida

Cuando te sientes desanimado, debes saber que ésta es una plataforma desde la cual volarás. Cuando te sientes muy desamparado, ahí es cuando estás en el lugar desde el cual despegarás. Es el lugar desde el cual te elevarás. Es la pista desde la cual los aviones despegan y desde la cual se levantan tus ánimos. Incluso cuando estás deprimido no estás incapacitado. Estás viviendo un momento de tristeza y extendiéndolo. Independientemente de cómo te sientes, o de cómo piensas que te sientes, tú puedes moverte. Puedes salir del abatimiento. Nada dice que debas permanecer así. No son arenas movedizas. Es una cama que tú mismo has hecho y de la cual te levantas en este mismo momento.
¿Sientes un poco de desesperanza? No importa. Sigue con la vida, de todos modos.
¿Sientes un poco de impotencia? La impotencia y la desesperanza son lo mismo, sólo distintas tonalidades de azules, y ambas son falsas. No contienen agua. Sí, sí, estos sentimientos son reales para ti, tan reales que has decidido que estás destinado a permanecer reprimido por ellos. Los sentimientos de desesperanza y de impotencia son dos almohadones aplanados sobre los que no te debes sentar. Levántate de ellos. Incluso si no sabes en que otro lugar sentarte, levántate del lugar en que has estado sentándote. Párate por un momento.
No importa qué es lo que te abruma, son tus pensamientos los que te abruman. Quizás no puedas cambiar el mundo entero en este momento. Quizás no puedas cambiar tu vida en este momento, aunque puedes hacer algo. Puedes lavar un plato. Puedes lavarte la cara con agua fría. Puedes salir a tomar aire fresco. Puedes plantar una flor, puedes quitar una mala hierba. Puedes hacer una caminata. Puedes volver a tu casa, si no lo haces como una persona diferente, al menos en un estado diferente.
Cuando te sientes desalentado, estás inquieto. Puedes estar inquieto porque todo es lo mismo. Puedes estar inquieto porque todo está cambiando. Sentirse inquieto no quiere decir que tengas que estar deprimido. Cualquier cosa que sientas es elección tuya. ¿Qué significa la libertad si no significa que tienes una opción?
Tienes la opción de continuar desalentado. Tienes la opción de sentirte de un modo diferente. Sólo eres una víctima de tus propios pensamientos. Puedes sentir que tus pensamientos están endilgados en ti, amado, pero ellos son tus pensamientos. Eres su dueño o arrendatario. Puedes rescindir el contrato. Puedes regalar tus pensamientos. Puedes desalojarlos. Puedes reemplazarlos.
TU, eres bueno en cambiar de parecer en muchos asuntos. En cierto momento te gusta un vestido y al siguiente ya no. Te gustan los espárragos para una comida y luego te cansas de ellos. Cuando te canses de tus pensamientos, reemplázalos. ¿Es realmente tan difícil? Puedes hacer cualquier cosa que quieras. Incluso puedes quedarte desalentado si es tu elección, pero no me digas que es lo que tienes que hacer y que no puedes hacer nada al respecto. Tú eres el único que puede.
No esperes que alguien en el mundo corra hacia ti y te salve. Eso sería agradable y podría suceder, pero es mejor que tú corras por ayuda. Cuando te estás ahogando, más que esperar a ser salvado necesitas salir del agua. Si estás bajo la lluvia y quieres estar seco, sal de la lluvia. Muévete. ¿Es tan difícil hacerlo?
Si las noticias del mundo te deprimen u oprimen, entonces lee un poema o
un libro que te inspire.Deja de escuchar las noticias, pues, si te lo tomas a pecho, seguramente te deprimirás. Evita lo que es evitable, sal a tomar sol, camina en la naturaleza, escucha buena música, y sobre todo
¡sé feliz! La felicidad es un estado que se cultiva día tras día.
Fuente: reikiterapiasalternativas.blogspot.com.ar

viernes, 29 de junio de 2012

Alextimia: la incapacidad de expresar los sentimientos


Alexitimia – Ingenieria de la conducta
La importancia en la educación de los sentimientos permiten contrarrestar el aumento de personas afectadas por la alexitimia.
Con el aumento de la “sociabilidad online” pareciera que las nuevas relaciones humanas se ven obligadas a pasar por el mundo virtual. Este uso en parte desmedido de las nuevas formas para desarrollar amistades a distancia voluntaria, ha permitido un aumento considerable de un nuevo trastorno psicológico referido a la afectividad, denominado alexitimia . Fue descrito por primera vez en 1972 por el doctor Peter Sifneos, profesor de psiquiatría de la Universidad de Harvard, y lo definió como la “incapacidad o dificultad grave para expresar los sentimientos.
Según los estudios, este trastorno presenta una serie de manifestaciones y características: la persona es fría y se mantiene distante; es correcta en el trato, pero no proporciona afecto, tiene mucha dificultad a la hora de mostrarse cariñosa y cordial.
La importancia de la vida social
Las personas somos seres sociales, creados para vivir en convivencia, para relacionarnos con los demás en forma natural y espontánea, este tipo de relación permite desarrollar en gran medida afecto con muestras de sentimientos entre las personas, manteniendo una conducta social permanente. Esto se percibe en los lugares de trabajo, en los centros de estudios y principalmente en el seno de la familia.
Sin embargo, el uso de las nuevas tecnologías en el mundo de la comunicación virtual está acrecentando la idea de una sociabilidad mecanizada fortalecida por la inexpresividad sentimental.
Frente a esta nueva amenaza en el campo psicológico de las relaciones humanas donde predomina el modelo de una persona fría, muy profesional, quizás muy competente en su terreno de trabajo, pero completamente ineficaz fuera de él, se ve el aumento de la poca expresión afectiva.
Los sentimientos
El sentimiento es algo inherente al ser humano. Lo que ocurre hoy es que el modelo educativo altruista, egocentrista, y competitivo, aumenta una vida social basada más en la razón abstracta carente de un fondo espiritual, cultural y sentimental. Hoy las escuelas se dedican a las ofertas masivas de información destructurada carente de formación. Los padres agobiados por su vida laboral apenas tienen tiempo para estar con sus hijos y tratan de suplir esa carencia con regalos, y actividades extra escolares, menguándolos superficialmente, para mantenerlos ocupados y distraídos. Piensan que así les ofrecen una formación completa, descuidando completamente el plano emocional.
Saber expresar los sentimientos es algo importante en todos los terrenos de la vida. En el amor por razones obvias, pero también en los colegios, con los amigos, en el trabajo, etc. La sociedad necesita en su medida exacta una dosis permanente de sentimientos afectivos.
Inteligencia emocional
La inteligencia emocional es una herramienta en el campo psicológico que ayuda en la capacidad para aunar inteligencia y vidas afectivas. Es un concepto que poco a poco se ha ganado un valor en el arte de la convivencia cotidiana. Una persona dotada de una correcta inteligencia emocional funciona mejor en colaboración con los demás. Avanzando en su camino por la vida con maduración permitiendo que también las personas que están a su alrededor se sientan mejor.
El sentimentalismo es verdadero cuando está acompañado de equilibrio e inteligencia.
Una juventud carente en la demostración de afecto en todas sus aristas se termina pagando un gran precio en la vida conyugal, precedida de una temporada mas o menos larga de conflictos y problemas. Es imposible mantener una amistad o una vida conyugal si no se sabe expresar lo que se siente. Pero la persona que sabe manifestar adecuadamente sus sentimientos tiene ya mucho terreno ganado en el camino de la sociabilidad.
Educación de los sentimientos
La educación de los sentimientos debiera ser hoy parte de la prioridad en la formación de los hijos, recordarle que el amor es entrega y que en él no hay lugar para el egoísmo.
En este mundo globalizado y ensalzado por las nuevas tecnologías con sus ya conocidas formulas de amistad online, se debería recordar que nada remplazará a una sonrisa, un apretón de mano, un abrazo y un beso. Hoy las relaciones también necesitan de expresividad sentimental: hay que saber decirle al otro que se le quiere y no por frases estereotipadas, sino con sinceridad y realismo, con actos cotidianos y gestos positivos.

domingo, 24 de junio de 2012

¿A qué llamamos dependencia emocional?

Si bien el amor es nuestra mejor emoción positiva y en ella sustentamos todo lo que nos rodea, deja de ser amor en el momento que pasa a ser dependiente: dependemos de cómo el otro actúe o sienta en función de cómo queremos que lo haga, por lo que ambos salen perjudicados emocionalmente.

¿Cómo saber si somos dependientes emocionales? Hay toda una serie de características que se dan en un dependiente emocional; no tienen porque darse todas pero, al menos, si cinco de las expuestas:
- Da más que el otro. Tiene la sensación de que él o ella da más que la otra persona. Siente que no recibe lo que da.
- Entiende el amor como un sufrimiento. Lloran constantemente por entender que los demás sólo miran por si mismos sin tener en cuenta las emociones y sentimientos de ellos que tanta capacidad de amor tienen.
-Tendencia a infravalorarse. Entienden que no valen lo suficiente y que no están preparados para cambiar; ellos siempre se ven como lo peor y a eso achacan el que no los quieran como ellos quieren que los quieran.
- Los conflictos son continuos. Dado el malestar que viven, provocan constantes conflictos por miedo al abandono o el rechazo, obteniendo el efecto totalmente contrario a lo que esperaban.
-Viven en una discusión perpetua con los demás y consigo mismos. El miedo provoca discusión y, tras la discusión, el sentimiento de culpa por decir lo que dijimos, lo que provoca en la persona agotamiento y desesperanza. Tienen tendencia a imaginar situaciones no reales donde ellos siempre son la víctima del desamor.
- Idealización sobre la persona objeto de la dependencia. Tienden a crear una imagen distorsionada de la persona sobre la que recae su dependencia. Idealizan lo que son, cómo actúan, y lo que se espera de ellos. Posteriormente, cuando la persona no cumple con esta idealización, empiezan las frustraciones.
- Se rodean de personas con problemas. Con el fin de sentirse algo querido o querida, tienden a ayudar a personas que lo necesitan y esto hace que se sientan merecedores de que le den confianza. Lejos de sentirse bien con el tiempo, ven esta ayuda como una obligación por lo que se convierte en un malestar más.
- Pretenden cambiar a los demás. Como se perciben a sí mismos como merecedores de otro trato, pretenden cambiar la forma de actuar y pensar de la otra persona. Dicen a los demás como tienen que ser para ser felices, desde su punto de vista.
- Se sienten solos. Aunque estén rodeados de gente, se sientes solos e incomprendidos.
- Necesitan tener pareja. En búsqueda de ese amor correspondido tal cual lo esperan, no se imaginan su vida sin una pareja y eso los hace infelices. No son capaces de reorganizar su vida sin nadie.
Como se puede apreciar son personas que viven constantemente en un malestar emocional. Sienten miedo, tristeza, desamparo, desconfianza, etc. La única manera de revertir esta situación es trabajando la autoestima, es decir, aprendiendo a valorarnos por lo que somos independientemente de lo que los demás piensen o digan de nosotros.
Fuente: www.psicologaemocional.com

miércoles, 6 de junio de 2012

Al volante de la vida

SOBRE LA HUMILDAD

Todo individuo tiene la capacidad de reconocerse en el pleno desarrollo de sus potencialidades, pero es la persona atenta y sabia la que se interrelaciona con humildad y actúa en el día a día sin proclamarse dueña de los resultados.
El practicante de meditación zen participa de la vida sin apegos ni rechazos, viene y va por el flujo de la mente sin perder la estabilidad y desarrollándose en un atento dinamismo. Los meditadores archivan los méritos y no se quedan con ellos. Es el deseo del provecho lo que debilita la madurez espiritual de todo practicante. Por eso el maestro Nāgārjuna dijo:
“Sin esfuerzo de tu parte,
se realiza tu naturaleza original.”
Los meditadores no se sientan para, se sientan desde, aparcan el falso yo que pulsa por demostrar su superioridad ante los otros. El orgullo, la arrogancia y la altanería, las ínfulas de superioridad, son contrarias todas ellas al desarrollo de una práctica humilde.
Cuando nos reconocemos en la plenitud armónica de los distintos niveles que conforman nuestro ser, cuando equilibramos el cuerpo, la mente, el corazón y el espíritu de una forma íntegra y global, naturalmente brota en nosotros el deseo de compartir este camino. Por el contrario, los sentimientos de obediencia extrema y sumisión contaminan la vivencia en libertad de cada cual con vacíos argumentos y banales normativas, tratando de dictarle a otros lo que supuestamente consideran está bien o está mal.
En el espíritu abierto de todo practicante, la humildad no se reconoce en postulados de exigencia, si bien el respeto, la tolerancia y la igualdad forman parte del vocabulario universal de todo meditador. Ya el mismo Budha Shakyâmuni le dijo a su principal discípulo Ananda:
“Sé tu propia antorcha”
En el budismo la humildad se hace presente en el camino del autoconocimiento. Los efectos de nuestras acciones, palabras y pensamientos (karma) devienen de unas causas cuyos efectos experimentamos en el instante del presente; aceptamos que nadie va a vivir el trabajo de transformación por nosotros, pero uno de los principales peligros del meditador pasa por creerse en la capacidad de hacer este trabajo por sí solo. Éste es el veneno de la auto referencia. El ego se las sabe todas y manipula siempre la realidad a su antojo; el ego fundamenta sus actuaciones inconscientes en la afirmación de poder repetirse una y otra vez a sí mismo. Por ello se cree que todo lo sabe y que a nadie necesita. Ya en el taoísmo, una de las tradiciones de conocimiento más antiguas de la humanidad, encontramos en su obra magna el Tao Te King:
“El que sabe no habla,
el que habla no sabe.”
La humildad es una invitación para desarrollarnos a través de una práctica realista, pues radica en ser conscientes de nuestras limitaciones e insuficiencias y actuar de acuerdo a ello. No significa esto que los meditadores deban sentirse personas débiles para afirmar el propio ser, el Ser Real que a todos nos sustenta y unifica en una misma aspiración sincera.
Somos luces y sombras. La luz existe en la oscuridad; la oscuridad existe en la luz. No veas sólo el lado oscuro. No veas sólo el lado luminoso. La humildad implica aceptarnos con ecuanimidad en todo lo que somos y desarrollar al mismo tiempo la naturaleza original de la existencia. Teresa de Ávila dijo:
“El humilde ve las cosas como son,
lo bueno como bueno, lo malo como malo.
En la medida en que un hombre es más humilde
crece una visión más correcta de la realidad.”
Necesitamos mentes sanas que operen a pleno rendimiento en la vida cotidiana. Cuando permitimos dejar partir las falsas máscaras de nuestra personalidad y nos centramos en el lenguaje universal del corazón, todo aparece tal cual es. Todo está siendo a cada instante. Simple es la vía del darse cuenta. La práctica de la meditación zen es desnuda, clara y directa. Supone el fortalecimiento de una imagen cada vez más ajustada del sí mismo, la cual no está reñida con un profundo sentimiento de igualdad y de reconocimiento pleno en el otro.
La humildad es una puerta abierta para que el aire de la compasión refresque las mentes y los corazones de los hombres y mujeres del ahora.
Fuente: www.denko.es

domingo, 13 de mayo de 2012

La carga del pasado y el cuerpo del dolor

LA CARGA DEL PASADO
La historia de Tanzan y Ekido, dos monjes Zen que caminaban por un sendero rural anegado a causa de la lluvia, ilustra maravillosamente la incapacidad o la falta de voluntad de la mente humana para dejar atrás el pasado. Cuando se acercaban a una aldea, tropezaron con una joven que trataba de cruzar el camino pero no quería enlodar su kimono de seda. Sin pensarlo dos veces, Tanzan la alzó y la pasó hasta el otro lado.

Los monjes continuaron caminando en silencio. Cinco horas después, estando ya muy cerca del templo donde se alojarían, Ekido no resistió más. “¿Por qué alzaste a esa muchacha para pasarla al otro lado del camino?” preguntó. “Los monjes no debemos hacer esas cosas”.
“Hace horas que descargué a la muchacha”, replicó Tazan. “¿Todavía llevas su peso encima?”
Imaginemos cómo sería la vida para alguien que viviera como Ekido todo el tiempo, incapaz de dejar atrás las situaciones del pasado, acumulando más y más cosas. Pues así es la vida para la mayoría de las personas de nuestro planeta. ¡Qué pesada es la carga del pasado que llevan en su mente!
El pasado vive en nosotros en forma de recuerdos, pero estos por sí mismos no representan un problema. De hecho, es gracias a la memoria que aprendemos del pasado y de nuestros errores. Los recuerdos, es decir, los pensamientos del pasado, son problemáticos y se convierten en una carga únicamente cuando se apoderan por completo de nosotros y entran a formar parte de lo que somos. Nuestra personalidad, condicionada por el pasado, se convierte entonces en una cárcel. Los recuerdos están dotados de un sentido de ser, y nuestra historia se convierte en el ser que creemos ser. Ese “pequeño yo” es una ilusión que no nos permite ver nuestra verdadera identidad como Presencia sin forma y atemporal.
Sin embargo, nuestra historia está compuesta de recuerdos no solamente mentales sino también emocionales: emociones viejas que se reviven constantemente. Como en el caso del monje que cargó con el peso de su resentimiento durante cinco horas, alimentándolo con sus pensamientos, la mayoría de las personas cargan durante toda su vida una gran cantidad de equipaje innecesario, tanto mental como emocional. Se auto imponen limitaciones a través de sus agravios, sus lamentos, su hostilidad y su sentimiento de culpa. El pensamiento emocional pasa a ser la esencia de lo que son, de manera que se aferran a la vieja emoción porque fortalece su identidad. Debido a esta tendencia a perpetuar las emociones viejas, casi todos los seres humanos llevan en su campo de energía un cúmulo de dolor emocional, el cual he denominado “el cuerpo del dolor”.
A pesar de eso, tenemos el poder para no agrandar más nuestro cuerpo del dolor. Podemos aprender a no mantener vivos en la mente los sucesos o las situaciones, y atraer nuestra atención continuamente al momento puro y atemporal del presente, en lugar de obstinarnos en fabricar películas mentales. Así, nuestra presencia pasa a ser nuestra identidad, desplazando a nuestros pensamientos y emociones. No hay nada que haya sucedido en el pasado que nos impida estar en el presente; y si el pasado no puede impedirnos estar en el presente, ¿qué poder puede tener?
EL CUERPO DEL DOLOR: INDIVIDUAL Y COLECTIVO
Ninguna emoción negativa que no enfrentemos y reconozcamos por lo que es, puede realmente disolverse por completo. Deja tras de sí un rastro de dolor.
Para los niños en particular, las emociones negativas fuertes son demasiado abrumadoras, razón por la cual tienden a tratar de no sentirlas. A falta de un adulto completamente consciente que los guíe con amor y compasión para que puedan enfrentar la emoción directamente, la única alternativa que le queda al niño es no sentirla. Desafortunadamente, ese mecanismo de defensa de la infancia suele permanecer hasta la edad adulta. La emoción sigue viva y, al no ser reconocida, se manifiesta indirectamente en forma de ansiedad, ira, reacciones violentas, tristeza y hasta en forma de enfermedad física. En algunos casos, interfiere con todas las relaciones íntimas y las sabotea.
Todos los vestigios de dolor que dejan las emociones negativas fuertes y que no se enfrentan y aceptan para luego dejarse atrás, terminan uniéndose para formar un campo de energía residente en las células mismas del cuerpo, el cual está constituido no solamente por el sufrimiento de la infancia, sino también por las emociones dolorosas que se añaden durante la adolescencia y durante la vida adulta, la mayoría de ellas creadas por la voz del ego. El dolor emocional es nuestro compañero inevitable cuando la base de nuestra vida es un sentido falso del ser. Este campo de energía hecho de emociones viejas pero que continúan muy vivas en la mayoría de las personas, es el cuerpo del dolor.
Pero el cuerpo del dolor no es solamente individual. También participa del sufrimiento experimentado por un sinnúmero de seres humanos a lo largo de una historia de guerras tribales, esclavitud, rapacería, violaciones, torturas y otras formas de violencia. Ese sufrimiento permanece vivo en la psique colectiva de la humanidad y se acrecienta día tras día como podemos comprobarlo viendo los noticieros u observando el drama de las relaciones humanas. En el cuerpo colectivo del dolor seguramente está codificando el ADN de todos los seres humanos, aunque todavía no se haya podido demostrar.
DE CÓMO SE RENUEVA EL CUERPO DEL DOLOR
El cuerpo del dolor es una forma semiautónoma de energía, hecha de emociones, que vive en el interior de la mayoría de los seres humanos. Al igual que todas las formas de vida, necesita alimentarse periódicamente (absorber nueva energía) y su alimento es la energía compatible con la suya propia, es decir, la energía que vibra en una frecuencia semejante. Toda energía emocionalmente dolorosa puede convertirse en alimento para el cuerpo del dolor. Es por eso que tanto le agradan al cuerpo del dolor los pensamientos negativos y el drama de las relaciones humanas. El cuerpo del dolor es una adicción a la infelicidad.
Es probable que usted se sienta sorprendido al saber por primera vez que hay algo en su interior que busca periódicamente la negatividad emocional y la infelicidad. Es preciso estar más conscientes para verlo en nosotros mismos que para verlo en los demás. Una vez que la infelicidad se apodera de nosotros, no solamente no deseamos ponerle fin sino que tratamos de que los otros se sientan tan infelices como nosotros a fin de alimentarnos de sus reacciones emocionales negativas.
En la mayoría de los casos, el cuerpo del dolor tiene una fase activa y otra latente. Cuando está latente olvidamos fácilmente que llevamos una nube negra o un volcán dormido en nuestro interior, dependiendo del campo de energía de nuestro cuerpo del dolor en particular. El período que permanece latente varía de una persona a otra: unas cuantas semanas es lo más común, pero puede también ser unos cuantos días o unos meses. En algunos casos infrecuentes, el cuerpo del dolor puede permanecer en estado de hibernación durante años hasta que algún suceso lo despierta.
Por Eckhart Tolle

lunes, 7 de mayo de 2012

Mentalidad de niño


Cuando pensamos en niños de la edad en comienzan a andar, o tenemos la bendición de experimentarlos nosotros mismos, llegamos a la conclusión de que siempre están en movimiento, nunca queriendo detenerse. Van por cada día con más entusiasmo que un adulto puede imaginar y nunca se cansan.
Navegan sus primeros años a menudo sin problemas y con una sonrisa en sus rostros. Los niños parecen tener algo que los adultos perdimos en el camino.
Tienen la habilidad de perdonar rápidamente, no preocuparse mucho y frustrarse por las cosas y simplemente disfrutar las cosas sencillas de la vida, sin darlas por sentado. Nunca guardan rencor y resentimientos contra otros y, si por alguna razón lo hacen, juegan e interactúan con ellos al día siguiente en el área de juegos.

He tenido experiencias con mis dos hijas al entrar en su habitación mientras estaban en sus cunas. Saltaban y gritaban felices con grandes sonrisas en sus rostros. A menudo me preguntaba por qué sonreían y se sentían felices.
¿Sería su cumpleaños, Navidad, o estaríamos saliendo de vacaciones para Disney? La respuesta a esas preguntas es no… no era ni su cumpleaños, ni Navidad, ni estábamos yendo a Disney… simplemente estaban entusiasmadas por un nuevo día. ¡Están felices de abrazar un nuevo día y no pueden esperar para comenzarlo! Allí fue que comencé a pensar para mí mismo: ¿Por qué no pueden los adultos comportarse así mismo? ¿Dónde perdimos este entusiasmo por la vida? ¿Podremos recobrarlo y mantenerlo?

Demasiadas veces como adultos, olvidamos cómo vivir nuestra vidas felizmente y los días parecen escurrírsenos.
A veces la gente tiende a deprimirse, es triste decirlo, sobre una variedad de cosas que están más allá de su control como el clima, o algo que vivieron en su pasado, o aún algo tan tonto como el que alguien les halla hablado sobre ello junto a la fuente de agua.
A veces la gente no vive solo un día así, sino muchos. No saben que no pueden recobrar esos días jamás. Continuamente sollozan y se enfurruñan y, en el interino, intentan llevar a otros a su nivel.

No estamos en esta tierra para sentirnos miserables, sino con propósito: para tomar cada día y sacarlo lo mejor. Para enfrentar nuevos desafío y crecer por ellos. Para regar nuestro gozo y felicidad cosa de que otros sean infectados por ellos.
Nosotros y nuestras emociones somos contagiosos a la gente que nos rodea, sean extraños o seres amados. Como niños en este planeta, necesitamos conquistar el día. No estamos aquí por la eternidad sino por un tiempo corto.

Hoy, volvamos a cuando éramos niños y vivamos sin la problemática melancolía que parece tragarnos a veces. Cuando nos levantemos en la mañana, no estemos malhumorados y tristes ya que es demasiado temprano.
Saltemos de la cama y comencemos el día corriendo como niños. Hagamos de un nuestro un día una clase de juego y cuando venga mañana, juguémoslo de nuevo, solo que mejor.
La vida se nos viene encima muy rápido y al hacerlo, necesitamos estar listos. Antes de darnos cuenta, nuestros hijos tendrán hijos y nuestro tiempo en esta tierra llegará a su fin. No sé ustedes, pero yo siempre quiero tener la libertad mental de un niño y jugar cada día este juego de la vida. Reflexionaré sobre mis pérdidas y no me preocuparé, sino buscaré el conocimiento que necesito para que nunca pase de nuevo. ¡En verdad no quiero crecer!

martes, 10 de abril de 2012

La gente te trata tal como tú le enseñas que te traten

La dependencia no es algo que simplemente sucede por el contacto con gente dominante. Como todos los comportamientos de las zonas erróneas, es una elección. Tú le enseñas a la gente a que te domine y a tratarte de la manera que siempre te ha tratado. Hay muchas formas de mantener el proceso de dominación y se repiten sólo si dan resultado. Dan resultado si te mantienen en línea y en una posición dependiente dentro de la relación. He aquí algunas de las estrategias más comunes que sirven para conservar los hilos del control y de la dominación dentro de la vida conyugal.

- Chillar, gritar o levantar la voz en cualquier sentido. Esto te mantendrá en tu lugar si eres una persona suave y quieres que las cosas sean blandas y fáciles.
- Comportamientos amenazantes como: “Me iré, pediré el divorcio”.
- Provocar sentimientos de culpa. “No tienes derecho a…” “No comprendo cómo puedes haber hecho algo así.” Si eres proclive a la culpa, con este tipo de frases será fácil mantenerte sometido.
- Hacer uso de la ira y de comportamientos explosivos como arrojar objetos, usar palabras fuertes, golpear cosas.
- El truco de la enfermedad física. Tener dolores de cabeza, un ataque al corazón, dolor de espalda o lo que sea, cada vez que uno de los cónyuges no actúa de la manera que quiere el otro. Será fácil manipularte así si le has enseñado a tu compañero o cónyuge que te portarás bien cuando él se enferma.
- El tratamiento silencioso. El no hablar y encerrarse deliberadamente son dos de las estrategias más eficientes que puede usar uno de los socios para maniobrar la conducta del otro.
- La rutina de las lágrimas. Lloras para conseguir que la otra persona se sienta culpable.
- La escena del abandono. El levantarse y partir es una buena manera de manipular al compañero para que asuma o abandone cierto tipo de comportamiento.
El recurso de “Tú no me quieres, o “Tú no me comprendes” para conseguir que se haga tu voluntad y mantener la dependencia dentro de la relación.
La treta del suicidio. “Si tú no haces lo que yo quiero, me mato,” o “Si me dejas, yo terminaré con todo”.
Todas las estrategias mencionadas más arriba son los métodos que sirven para mantener a la otra persona dentro del rol deseado en el matrimonio. Si uno de los cónyuges rehúsa dejarse manipular por ellas, el otro dejará de usarlas. Sólo cuando uno de los cónyuges reacciona de acuerdo a este tipo de tretas el otro se acostumbra a usarlas. Si respondes con las actitudes sumisas esperadas, le enseñas al otro lo que tolerarás.
Si te maltratan es porque has estado emitiendo señales de: por favor maltrátame. Tú puedes aprender a enseñarle a los otros a tratarte de la manera que te gusta que te traten, como hubieras querido que te hubieran tratado hasta ahora. Pero puedes lograr el cambio ya sea en el trabajo, en la familia, en un restaurante, en el autobús, en cualquier lugar en que te traten con desconsideración. En vez de decir: “¿ Por qué no me tratas mejor?”, empieza a decir: “¿ Qué es lo que estoy haciendo para que los demás me traten de esta manera?”. Pon el enfoque en ti mismo y empieza a cambiar esas reacciones.
Marilo lopez garrido

viernes, 30 de marzo de 2012

¿Cómo ser siempre fiel a uno mismo?


Tres cosas se han de recordar:
Nunca escuches a nadie que te diga lo que deberías ser; escucha tu voz interior y descubre lo que te gustaría, pues, de lo contrario, habrás tirado tu vida entera. Recuerda siempre ser fiel a tu voz interior. Quizá te conduzca al peligro; si es así, vívelo, pero mantente siempre fiel a esa voz, pues entonces existe la posibilidad de que un día alcances un estado en el que puedas danzar desde la plenitud. Ten presente en todo momento que lo primero es tu ser, y no permitas que otros te manipulen y controlen. Y son muchos los que intentarán hacerlo. Todo el mundo está deseando controlarte, deseando cambiarte, todo el mundo está ansioso por darte una dirección que no has pedido, todo el mundo te guía y te da consejos sobre cómo vivir. Pero la guía existe dentro de ti, llevas dentro de ti el proyecto de tu ser.
Ser auténtico significa ser fiel a uno mismo. Es un fenómeno muy peligroso; muy pocos son capaces de hacerlo. Pero cada vez que alguien lo hace consigue tal belleza, tal gracia, tal satisfacción… ¡No puedes ni imaginarlo! Si todo el mundo parece tan frustrado es porque nadie escucha su voz interior. Escúchala siempre, y no escuches nada más. Estás rodeado de mil y una tentaciones, porque son muchos los que andan por ahí vendiendo sus cosas. El mundo es un gran supermercado, y no hay quien no quiera venderte algo; es un mundo lleno de vendedores, y si escuchas a demasiados de ellos, te volverás loco. No escuches a nadie; cierra los ojos y escucha tu voz interior. En eso consiste la meditación, en escuchar tu voz interior. Esto es lo primero.
Lo segundo -si e que has hecho lo primero, porque sólo entonces es posible- es que nunca debes ponerte una máscara. Si estás furioso, estate furioso. Es arriesgado, pero no sonrías, porque eso es no ser veraz. El problema es que te han enseñado que, cuando estés enfadado, debes sonreír; pero tu sonrisa es falsa, es una máscara, un mero ejercicio de los labios, nada más. El corazón está lleno de ira, de veneno, y los labios sonríen. Te conviertes en un fenómeno falso…
Y lo tercero en cuanto a la autenticidad es: permanece siempre en el presente, ya que toda la falsedad entra desde el pasado o desde el futuro. Lo que ha pasado, pasado está; no te preocupes por ello, y no lo lleves a cuestas como si fuera una carga, porque si lo haces, no te permitirá ser auténtico con el presente. Y lo que no ha llegado todavía, simplemente no ha llegado, así que no te preocupes innecesariamente por el futuro, pues si lo haces, entrará en el presente y lo destruirá. Sé fiel al presente y serás auténtico. Ser auténtico es vivir en el aquí y el ahora; sin pasado, sin futuro: este momento lo es todo, este momento es la eternidad entera”.
Osho, El libro del Yoga I, El nacimiento del individuo
Fuente: osho-maestro.blogspot.com

domingo, 4 de marzo de 2012

Los inhibidores del sentir

La palabra sentir se puede interpretar de muchas maneras; la que nos interesa en esta página está íntimamente ligada al sentido de lo que hacemos. Nuestras creencias nos pueden empujar a realizar algo, sin embargo en nuestro interior “sentimos” que deberíamos actuar de otra manera. ¿Quién no ha experimentado esta sensación?.
De hecho, este sentir es el mejor motor para ampliar nuestras creencias y visión de la vida. Pisar la raya de algo prohibido suele ir en contra de las instrucciones recibidas por nuestro entorno. La culpabilidad aparece en el mismo momento de poner nuestro pie en ella, de forma especialmente hiriente, cuando la línea ha sido trazada por seres queridos en nuestra infancia. Pasar al otro lado significa ir contra las personas en las que habíamos depositado toda nuestra confianza, en una edad que las contemplábamos casi como dioses. El drama humano está servido: debemos hacer una cosa y sentimos otra. El sentir del que deseo hablar vive fuera de nuestras creencias, por lo tanto nunca se puede expresar como miedo, como prejuicio, como odio, como recelo… Su origen está más allá de nuestra mente, en un lugar que llamo corazón… es el centro de nuestra existencia, es el nutriente esencial de nuestra vida. Cuando conectamos con él sentimos una enorme fuerza, y a nuestra mente le inunda una claridad que, aunque no pueda entender, la desea como alimento. La luz del corazón suele escapar por el brillo de los ojos y por la ventana de una sincera sonrisa, recordándonos su presencia en todos los seres humanos. Muchas de nuestras creencias son limitantes porque han renunciado a experimentar esta fuerza del corazón. Para lograrlo han tenido que construir en nuestra mente “inhibidores del sentir”, sólo así se explica que hayamos podido crear experiencias como las guerras, o que mantengamos una sociedad basada económicamente en la competitividad, en la que siempre habrá perdedores.
Hay un ejemplo aún más claro: hablamos de la crisis económica como el mayor problema actual, mientras cada día mueren miles de personas de hambre ¡Menudo inhibidor a nivel planetario! No se trata de sentirnos culpables, pues eso pertenece al plano de las creencias; sino de intentar conectar con nuestro corazón, fuente de la auténtica sabiduría e inocencia. Para ello hay que eliminar los obstáculos: los inhibidores del sentir. Detectarlos es el primer paso y requiere todo un trabajo personal. Como ejercicio previo podemos ensayar intentando verlos en los demás, que siempre es mucho más fácil. Luego, esas otras personas harán de espejo para reconocerlos dentro de nosotros mismos. Finalmente, como expertos artificieros, intentaremos desactivarlos. ¿Qué te parece lo que te propongo…?. En el proceso es importante que nuestra mente disfrute, a través de la curiosidad, para que el sentido de culpabilidad y otros obstáculos no se interpongan en nuestro camino. No hay que censurar a ninguna creencia, pues con ellas hemos construido hasta ahora nuestra vida, pero sí hay que ceder el poder al corazón, fiel depósito de nuestra esencia y fuente del verdadero amor.

sábado, 25 de febrero de 2012

¿Cómo hacerte saber?

Como hacerte saber que siempre hay tiempo? Que uno solo tiene que buscarlo y dárselo. Que nadie establece normas salvo la vida. Que la vida sin ciertas normas pierde forma. Que la forma no se pierde con abrirnos. Que abrirnos no es amar indiscriminadamente. Que no está prohibido amar. Que también se puede odiar. Cómo hacerte saber que nadie establece normas salvo la vida!…Que el odio y el amor son afectos. Que la agresión porque sí hiere mucho. Que las heridas se cierran.
Que las puertas no deben cerrarse. Que la mayor puerta es el afecto. Que los afectos nos definen.
Que definirse no es remar contra la corriente. Que no cuanto más fuerte se hace el trazo más se dibuja. Que buscar un equilibrio no implica ser tibio.
Que negar palabras implica abrir distancias. Que encontrarse es muy hermoso. Que el sexo forma parte de lo hermoso de la vida.
Que la vida parte del sexo. Que el por qué de los niños tiene un por qué. Que querer saber de alguien no solo es curiosidad.
Que querer saber todo de todos es curiosidad malsana. Que nunca está de más agradecer. Que la autodeterminación no es hacer las cosas solo.
Que nadie quiere estar solo. Que para no estar solo hay que dar. Que para dar debimos recibir antes.
Que para que nos den también hay que saber cómo pedir. Que saber pedir no es regalarse. Que regalarse es en definitiva no quererse.
Que para que nos quieran debemos mostrar quienes somos. Que para que alguien sea hay que ayudarlo. Que ayudar es poder alentar y apoyar.
Que adular no es ayudar. Que adular es tan pernicioso como dar vuelta la cara. Que las cosas cara a cara son honestas.
Que nadie es honesto porque no roba. Que el que roba no es ladrón por placer. Que cuando no hay placer en hacer las cosas, no se está viviendo.
Que para sentir la vida no hay que olvidarse que existe la muerte. Que se puede estar muerto en vida. Que se siente con el cuerpo y la mente.
Que con los oídos se escucha. Que cuesta ser sensible y no herirse. Que herirse no es desangrarse.
Que para no ser heridos levantamos muros. Que quien siembra muros no recoge nada. Que casi todos somos albañiles de muros.
Que sería mucho mejor construir puentes. Que sobre ellos se va a la otra orilla y también se vuelve. Que volver no implica retroceder.
Que retroceder puede ser también avanzar. Que no por mucho avanzar se amanece más cerca del sol. Como hacerte saber, que nadie establece normas, salvo la vida!…

Mario Benedetti