sábado, 25 de febrero de 2012

¿Cómo hacerte saber?

Como hacerte saber que siempre hay tiempo? Que uno solo tiene que buscarlo y dárselo. Que nadie establece normas salvo la vida. Que la vida sin ciertas normas pierde forma. Que la forma no se pierde con abrirnos. Que abrirnos no es amar indiscriminadamente. Que no está prohibido amar. Que también se puede odiar. Cómo hacerte saber que nadie establece normas salvo la vida!…Que el odio y el amor son afectos. Que la agresión porque sí hiere mucho. Que las heridas se cierran.
Que las puertas no deben cerrarse. Que la mayor puerta es el afecto. Que los afectos nos definen.
Que definirse no es remar contra la corriente. Que no cuanto más fuerte se hace el trazo más se dibuja. Que buscar un equilibrio no implica ser tibio.
Que negar palabras implica abrir distancias. Que encontrarse es muy hermoso. Que el sexo forma parte de lo hermoso de la vida.
Que la vida parte del sexo. Que el por qué de los niños tiene un por qué. Que querer saber de alguien no solo es curiosidad.
Que querer saber todo de todos es curiosidad malsana. Que nunca está de más agradecer. Que la autodeterminación no es hacer las cosas solo.
Que nadie quiere estar solo. Que para no estar solo hay que dar. Que para dar debimos recibir antes.
Que para que nos den también hay que saber cómo pedir. Que saber pedir no es regalarse. Que regalarse es en definitiva no quererse.
Que para que nos quieran debemos mostrar quienes somos. Que para que alguien sea hay que ayudarlo. Que ayudar es poder alentar y apoyar.
Que adular no es ayudar. Que adular es tan pernicioso como dar vuelta la cara. Que las cosas cara a cara son honestas.
Que nadie es honesto porque no roba. Que el que roba no es ladrón por placer. Que cuando no hay placer en hacer las cosas, no se está viviendo.
Que para sentir la vida no hay que olvidarse que existe la muerte. Que se puede estar muerto en vida. Que se siente con el cuerpo y la mente.
Que con los oídos se escucha. Que cuesta ser sensible y no herirse. Que herirse no es desangrarse.
Que para no ser heridos levantamos muros. Que quien siembra muros no recoge nada. Que casi todos somos albañiles de muros.
Que sería mucho mejor construir puentes. Que sobre ellos se va a la otra orilla y también se vuelve. Que volver no implica retroceder.
Que retroceder puede ser también avanzar. Que no por mucho avanzar se amanece más cerca del sol. Como hacerte saber, que nadie establece normas, salvo la vida!…

Mario Benedetti

lunes, 13 de febrero de 2012

Las relaciones

Para la mayoría de nosotros, la relación con el otro se basa en la dependencia ya sea económica o psicológica. Esta dependencia crea temor, engendra en uno el afán posesivo, se deriva en fricciones, recelos, frustración. La dependencia económica respecto de otro tal vez pueda ser eliminada mediante una legislación y una organización apropiadas, pero me estoy refiriendo especialmente a esa dependencia psicológica que es el resultado del anhelo de satisfacción personal, de felicidad, etc. En esta relación posesiva, uno se siente enriquecido, creador y activo; siente que la pequeña llamita propia se incrementa gracias al otro. A fin de no verse privado de esta fuente de plenitud, uno teme perder al otro, y así es como surgen los temores posesivos, con todos los problemas resultantes. Por eso, en esta relación de dependencia psicológica, siempre tiene que haber miedo consciente o inconsciente, sospechas que a menudo permanecen ocultas tras el sonido de palabras agradables. La reacción que produce este miedo nos lleva siempre a buscar seguridad y enriquecimiento personal por diversos cauces, a aislarnos en ideas e ideales, o buscar sustitutos para la satisfacción.
El complejo problema de la relación es cómo amar sin dependencia, sin fricción ni conflicto, cómo vencer el deseo de aislarse, de apartarse de la causa del conflicto. Si para nuestra felicidad dependemos de otro, de la sociedad o del medio, estos factores se vuelven esenciales para nosotros, nos aferramos a ellos y nos oponemos violentamente a cualquier alteración de los mismos, porque dependemos psicológicamente de esos factores para nuestra seguridad y nuestro bienestar. Aunque intelectualmente podamos percibir que la vida es un proceso de flujo continuo, de mutación que requiere constantes cambios, emocional o sentimentalmente nos apegamos a los cómodos valores establecidos; en consecuencia, hay una incesante batalla entre el cambio y el deseo de permanencia. ¿Es posible poner fin a este conflicto? La vida no puede existir sin relación, pero al basarla en el amor personal y posesivo, la hemos convertido en algo angustioso y horrible. ¿Puede uno amar y, sin embargo, no poseer? Ustedes encontrarán la verdadera respuesta no en los escapes, en los ideales y las creencias, sino mediante la comprensión de las causas que llevan a la dependencia y al afán posesivo. Si pudiéramos comprender profundamente este problema de la relación entre uno mismo y otro, entonces quizá comprenderíamos y resolveríamos los problemas de nuestra relación con la sociedad, porque la sociedad no es sino la extensión de nosotros mismos. El medio que llamamos sociedad ha sido creado por las generaciones pasadas; lo aceptamos, aunque contribuya a mantener nuestra codicia, nuestro espíritu posesivo, nuestra ilusión. En esta ilusión no puede haber unidad ni paz. La mera unidad económica producida mediante la compulsión y la legislación, no puede poner fin a la guerra. Mientras no comprendamos la relación individual, no podremos tener una sociedad pacífica. Puesto que nuestra relación se basa en el amor posesivo, tenemos que damos cuenta, en nosotros mismos, cómo nace, cómo actúa y cuáles son sus causas. Al percatarnos profundamente del proceso que implica el afán posesivo, con su violencia, sus temores, sus reacciones, adviene una comprensión que es total, completa. Sólo mediante esta comprensión el pensamiento se libera de la dependencia y del deseo de poseer. Es dentro de uno mismo que puede encontrarse la armonía en la relación, no en el otro ni en el medio que nos rodea.
Fuente: Krishnamurti y las relaciones