martes, 4 de febrero de 2014

LA DISCIPLINA DEL SENTIR

                                                                                                                       
 Es muy fácil confundir emociones generadas por la propia mente con el verdadero sentir. Lo que quiere un corazón, es lo que verdaderamente quiere un individuo.


La razón disfraza los sentimientos. La cabeza opaca al corazón. Y así se puede pasar la vida. Sin vivir. Vendiendo personajes, comprando fantasías. Alimentar el ego es una pose que dista de la verdadera felicidad. Pensar es útil, aunque no suficiente para disfrutar. Se disfruta sintiendo, se gana intelectualmente pensando. Los sentidos se echan a perder con tanta mente. Sentir cuando hay que sentir es el desafío. Pensar para ordenar lo sentido. Esa es la dinámica, ese es el equilibrio. Esa es la disciplina a ejercitar.
Aparece la creatividad en un estado de no mente. Se crea una idea, se crea una obra de arte, se crea la propia vida. La mente engaña, los mandatos que ahí habitan no son más que información que mantiene un razonable equilibrio, aunque no muchas veces un feliz equilibrio.
Lo que quiere una mente es lo que quiere una familia, una sociedad, un gobierno. Lo que quiere un corazón, es lo que verdaderamente quiere un individuo. Sentir primero y pensar lo sentido para comunicarlo puede cambiar las formas. Pensar primero es defenderse, es mantener las formas. Un gran paso es desaprender, dejar de controlar acontecimientos, identificar qué oculta la mente con su discurso armado.
Salir a buscar el placer con las emociones, despojarse de tanta razón, abrir la puerta de los sentidos para ver, es despertar. La mente está en el pasado, la mente está en el futuro. No está acá, no está ahora. Es muy fácil confundir emociones generadas por la propia mente con el verdadero sentir. La disciplina del sentir está libre de fantasías generadas por la historia personal o por un futuro que repite el pasado. La disciplina del sentir esta a disposición de todos, habrá que animarse a ponerla en práctica y prepararse para renacer.

Por Gustavo Levin

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