jueves, 6 de marzo de 2014

Con el tiempo te das cuenta...

“Después de un tiempo, uno aprende la sutil diferencia

entre sostener una mano y encadenar un alma.
Y uno aprende que el amor no significa acostarse,
y que una compañía no significa seguridad,
y uno empieza a aprender…

Que los besos no son contratos y los regalos no son promesas,
y uno empieza a aceptar sus derrotas con la cabeza alta
y los ojos abiertos,
y uno aprende a construir todos sus caminos en el hoy,
porque el terreno de mañana es demasiado inseguro para planes…
y los futuros tienen su forma de caerse por la mitad.

Y uno aprende que si es demasiado
hasta el calor del sol puede quemar.
Así que uno planta su propio jardín y decora su propia alma,
en lugar de que alguien le traiga flores.

Y uno aprende que realmente puede aguantar,
que uno es realmente fuerte,
que uno realmente vale,
y uno aprende y aprende… y así cada día.

Con el tiempo aprendes que estar con alguien
porque te ofrece un buen futuro,
significa que tarde o temprano querrás volver a tu pasado.

Con el tiempo comprendes que sólo quien es capaz
de amarte con tus defectos y sin pretender cambiarte
puede brindarte toda la felicidad.

Con el tiempo aprendes que si estás con una persona
sólo por acompañar tu soledad,
irremediablemente acabarás no deseando volver a verla.

Con el tiempo aprendes que los verdaderos amigos son contados
y quien no lucha por ellos, tarde o temprano,
se verá rodeado sólo de falsas amistades.

Con el tiempo aprendes que las palabras dichas en momentos de ira 
siguen hiriendo durante toda la vida.

Con el tiempo aprendes que disculpar cualquiera lo hace,
pero perdonar es atributo sólo de almas grandes.

Con el tiempo comprendes que si has herido a un amigo duramente es muy probable que la amistad nunca sea igual.

Con el tiempo te das cuenta que aún siendo feliz con tus amigos,
lloras por aquellos que dejaste ir.

Con el tiempo te das cuenta de que cada experiencia vivida,
con cada persona, es irrepetible.

Con el tiempo te das cuenta que el que humilla
o desprecia a un ser humano, tarde o temprano
sufrirá multiplicadas las mismas humillaciones o desprecios.

Con el tiempo aprendes a construir todos tus caminos en el hoy,
porque el sendero del mañana no existe.

Con el tiempo comprendes que apresurar las cosas y forzarlas a que pasen ocasiona que al final no sean como esperabas.

Con el tiempo te das cuenta de que en realidad lo mejor no era el futuro,
sino el momento que estabas viviendo justo en ese instante.

Con el tiempo verás que aunque seas feliz con los que están a tu lado, 
añorarás a los que se marcharon.

Con el tiempo aprenderás a perdonar o pedir perdón,
decir que amas, decir que extrañas, decir que necesitas,
decir que quieres ser amigo, pues ante una tumba, ya no tiene sentido.

Pero desafortunadamente, sólo con el tiempo…”



lunes, 3 de marzo de 2014

ACERCA DE LOS CONDICIONAMIENTOS

Los muñecos de esta ilustración son de los que se utilizan en las fábricas de automóviles para comprobar las condiciones de seguridad de los nuevos modelos durante un choque
crash-test
 Y como lo único que aprendieron a hacer es a chocar, no pueden evitar seguir haciéndolo hasta en sus ratos libres.

Osho dice, en “El libro del niño”:

   Si ves a tu padre y a tu madre profundamente enamorados, un gran amor, cuidándose mutuamente, con compasión mutua, con respeto mutuo, habrás visto cómo ocurre el amor. Surge la esperanza. Cae una semilla en tu corazón y empieza a crecer. Sabes que te va a suceder a ti también.

   Si no lo has visto, ¿cómo vas a creer que te va a suceder a ti? Si no les sucedió a tus padres, ¿cómo te va a suceder a ti? En realidad, vas a hacer todo lo posible para evitar que te ocurra, de lo contrario te parecerá una traición hacia tus padres.

Un cuento de la tradición Sufí acerca de los condicionamientos:

   Un viejo árabe conducía una caravana que atravesaba el desierto.

   Una noche sólo se encontraron 19 de las estacas que se utilizaban para atar a los 20 camellos.

   Consultaron al anciano, quien dijo: “Simulen que también clavan la estaca del camello número 20 y creerá que está atado”.

   A la mañana siguiente efectivamente todos los camellos estaban en su sitio. Los desataron y lentamente se pusieron en marcha. Todos excepto el número 20, que se negaba a avanzar.

   Entonces el anciano, sonriendo, ordenó: “Simulen que desatan también la cuerda de ese camello”.

   Y recién entonces pudieron continuar la travesía.

   Muchas veces actuamos mecánicamente, como el camello o como los muñecos de la ilustración, ajustándonos a condicionamientos que nos limitan. Sin embargo, tenemos frente a nosotros infinitas posibilidades. Somos completamente libres de elegir nuestro destino…


Fuente: http://www.amarseaunomismo.com/