Por Prof. Guillermo Guccione
Krishnamurti nació en la India en 1895 y murió en 1986. A los 13 años lo tomó bajo su protección la Sociedad Teosófica, quien consideraba que él era el vehículo para el “instructor del mundo”, cuyo advenimiento habían estado proclamando. Krishnamurti emergió como un maestro inflexible e inclasificable. Sus pláticas y escritos no tenían conexión con ninguna religión específica y no pertenecían ni a Occidente ni a Oriente, sino que eran para todo el mundo.
Repudiando firmemente la imagen mesiánica, en 1929 disuelve de forma tajante la vasta y caudalosa organización que se había construido en torno a él y declaró que la verdad era una tierra sin senderos a la cual resulta imposible aproximarse mediante ninguna religión filosófica o secta convencional.
Por el resto de su vida rechazó insistentemente la condición de gurú que otros trataban de imponerle y negando él mismo su autoridad, no queriendo discípulos y hablando siempre como un individuo habla a otro. El núcleo de sus enseñanzas estaba en la comprensión de que los cambios fundamentales de la sociedad podían tener lugar sólo con la transformación de la conciencia individual: acentuaba constantemente la necesidad del conocimiento propio y la captación de las influencias restrictivas y separatistas originadas en los condicionamientos religiosos y nacionalistas.
Krishnamurti señalaba la urgente necesidad de una apertura para este vasto espacio en el cerebro que contiene en sí una energía inimaginable. De esta manera siguió hablando hasta su muerte a los 90 años. Sus pláticas, diálogos, diarios están reunidos en más de 60 volúmenes. Cada libro se centra sobre alguna cuestión que tenga particular importancia y urgencia en nuestras vidas cotidianas… Todas sus pláticas desarrollaban esencialmente un tema primordial: la verdad puede ser descubierta por cualquiera de nosotros, sin la ayuda de autoridad alguna; al igual que la vida, está siempre presente en un sólo instante.
Sobre la Libertad
Debemos ser libres, no para hacer lo que nos plazca, sino libres para comprender muy profundamente nuestros propios instintos e impulsos. La libertad no es para hacer lo que nos antoja, sino que consiste más bien en estar libres de todo el tormento de la vida, de nuestros problemas, ansiedades, miedos, heridas psicológicas y de todo el conflicto que hemos tolerado en nosotros mismos y en el mundo.
Estar por completo libres internamente del “Yo” sin ser absorbidos por algo “ya sea un paisaje, una idea, etc…, es la esencia de la belleza”
Sobre la Sociedad
Nuestra sociedad actual es el resultado de la astucia, el engaño, la codicia y la mala voluntad del hombre. Y para crear una nueva sociedad hay que examinar y comprender la estructura que se está desintegrándose y, para comprenderlo, tenemos que comprender el proceso psicológico del ser. Sin conocimiento propio no puede haber revolución, que es la única verdadera y permanente. Hablo de la necesidad de una revolución total, de un cambio psicológico completo, de no vivir en el viejo patrón de las fórmulas, de la lucha, el dolor, la imitación, la conformidad y todas estas cosas que el hombre ha vivido durante milenios… que ha creado este maravilloso y confuso mundo…
Para producir un cambio social, religioso, humano, tiene primero que haber comprensión de toda la estructura del pensamiento. Lo que hace la familia y la religión es útil y necesario: dan elementos y herramientas a los hijos que empiezan a vivir para que se puedan guiar en el camino de paso por el mundo, de acuerdo con ciertos parámetros culturales, ideológicos y sociales, pero que no se deben encasillar como únicos y exclusivos.
Es sano enseñar modos femeninos y masculinos de ser y estilos, según sea el color y el perfil de cada grupo familiar, pero “y aquí está el gran pero”, antes de los modelos familiares, los hijos deben aprender a ser ellos mismos y deben aprender a amarse y respetarse ellos mismos, porque SON y no porque se adaptan a modelos perfectos.
Sobre el Sufrimiento y el Dolor
Hay dos formas de soledad: Una que es la soledad del aislamiento, con su desesperación, tristeza y separación de todo y de todos, y la otra que es la soledad madura del hombre libre, que al no depender de nada ni de nadie, está relacionado con todo. ¿Puede el sufrimiento terminar alguna vez, o es una condición de la humanidad que el sufrimiento deba continuar desde épocas inmemorables hasta el final de los tiempos?
Sólo cuando terminamos con el dolor hay pasión. La pasión no es lujuria, que es sensual, sexual, llena de deseo, imágenes, persecuciones del placer, etc. Sin esa tremenda pasión de vivir de instante en instante uno se vuelve mediocre, blando, confuso: pierde integridad.
Sobre nuestra vida interior
La felicidad llega cuando estamos haciendo algo que amamos de verdad y no porque lo que hacemos nos dé riquezas o nos haga una persona destacada. La angustia es miedo inmenso a un “no sé qué”, a un “no sé cuándo” y a un “no sé dónde”, pero que nos hace sufrir sin descanso, como si fuéramos atacados por un enemigo invisible oculto dentro de uno mismo. La gente tiene angustias porque vive con el corazón sucio.
Siempre tapamos la nada interior con alguno de los llamados pecados capitales.
Sobre el Amor
El amor no es una cosa de la mente. Y solo cuando ella está de veras quieta, no espera nada, ni pide ni exige ni busca ni posee, cuando ya no tiene celos ni temor ni ansiedad, cuando está realmente en silencio, sólo entonces es posible el amor. La razón de que no tengamos amor es porque las cosas de la mente han llenado nuestros corazones (celos, envidias, deseos de ser alguien, ambición, éxito).
El amor sólo puede existir cuando está ausente el pensamiento del “Yo” y la libertad con respecto al “Yo” reside en el conocimiento propio; así llega la comprensión. El amor no tiene nada que ver con la sensación, que no es un medio para realizarse.
El amor existe por sí mismo, sin ningún resultado.
Para la mayor parte de la gente, el amor está vinculado con el sexo, el placer y todos los tormentos que los acompañan: celos, envidias, antagonismos. Uno ha de terminar con todo el conocimiento acumulado cada día, heridas psicológicas, compararse con otra persona, compadecerse a sí mismo… terminar con todo eso cada día, de modo que al día siguiente la mente de usted sea fresca y joven.
Una mente así nunca puede ser lastimada, y eso es inocencia. Uno de las cosas extrañas relacionadas con el amor es que cualquier cosa que podamos hacer, será correcta si amamos. Cuando hay amor, la acción es siempre correcta en todas las circunstancias. Y cuando existe esa calidad del amor, hay compasión. La compasión implica pasión por todo.
Sobre la Mente
Las ideas actúan como un refugio, un escape; las ideas que se han convertido en creencias impiden naturalmente el vivir completo, la acción completa, el recto pensar. Sólo se puede pensar rectamente, vivir de manera inteligente y libre, cuando existe un conocimiento propio cada vez más amplio y profundo.
Cultivamos la mente haciéndola cada vez más ingeniosa, cada vez más sutil, más astuta, menos sincera y más tortuosa e incapaz de afrontar los hechos. Si el pensamiento se da cuenta de que es limitado y crea un vacío interno, de que no puede resolver el problema de la soledad, entonces ¿existe la soledad?
Sólo cuando la mente no busca estímulos en ninguna forma, ya sean externos o internos, puede estar completamente quieta y libre; y la creación existe únicamente en esa libertad. Sólo cuando la mente está libre del deseo de llegar a ser algo, de obtener un resultado y, en consecuencia, está libre de temor, puede hallarse en un estado de completa quietud y silencio. Sólo entonces es posible esa creatividad que es la realidad misma.
Sobre el Temor
Sólo podemos liberarnos del temor cuando nos conocemos a nosotros mismos.
Si uno quiere comprender y librarse del temor, debe comprender también el placer, ambos están relacionados entre sí. Son las dos caras de la misma moneda. No se puede estar libre de uno sin estar libre del otro: Si se nos niega el placer nos aparecerán todas las torturas psicológicas.
Sobre la Dualidad
¿Se puede vivir en este mundo completamente sin ambición, sin compararse jamás con nadie? Porque tan pronto se compara, hay conflicto, envidia, deseo de lograr cosas, de superar al otro… El propio perfeccionamiento es la antítesis misma de la libertad y del aprender. Descubra cómo vivir sin comparar y verá que ocurre algo extraordinario.
Para la mayoría de nosotros, lo difícil es desligarse de los viejos hábitos de pensamiento: “Yo soy algo”, “este es el camino”, “pertenezco a X”, “creo en tal”…Tan pronto adopta usted esta postura, se ha separado de sí mismo y por lo tanto, es incapaz de mirar el proceso total. Y mientras exista fragmentación, tanto externa como interna, tiene que haber confusión.
Sobre el Desorden y el Conflicto
¿Cuál es la raíz del desorden? “El compararse con otro”, “el compararse con lo que uno debería ser, “imitar un ejemplo, “amoldarse”: Siempre habrá un conflicto entre “lo que se es” y “lo que se debería ser”
El hábito mecánico produce desorden, porque cuando la energía funciona siempre dentro de un límite estrecho, lucha por abrirse paso y esto constituye la esencia del conflicto. (Todo lo que es limitado genera desorden)
Cuando uno está en desorden es erróneo buscar el orden, porque la mente confusa, poco clara, al buscar el orden también estará confusa. Mientras que si investiga el desorden, si comprende el desorden en que vive y las causas del movimiento del desorden, en la comprensión misma de ello surge naturalmente el orden de manera fácil, dichosa y sin control. Siempre hay un conflicto entre “lo que es” y “lo que debería ser”.
Sobre el Deseo
Cuando existe el movimiento total de todos los sentidos, no hay deseo. El deseo que no se realiza acaba convirtiéndose en rabia, angustia y miseria humana. Nuestros grandes enemigos en la vida son precisamente aquellos amigos y parientes de los que esperamos demasiado, como una correspondencia perfecta a lo que les dimos.
Sobre la Observación
Para observar el movimiento verdadero de nuestra existencia, no debe existir un observador, sino sólo la observación. El proceso de combatir algo sólo alimenta y fortalece aquello contra lo que luchamos. La no acción consiste en observar sin actuar sobre lo observado. Entonces esa observación misma produce una transformación radical en aquello que observamos, que no requiere esfuerzo alguno.
Lo que sí resuelve un problema totalmente es poder observarlo sin el observador, que es la experiencia pasada, el recuerdo, el conocimiento; simplemente observarlo, con eso descubriremos qué es el dolor y si la mente humana puede liberarse alguna vez de él.
Las ideas no transforman radicalmente al ser humano: Podrán traer revoluciones superficiales… Se deben observar las cosas tal cual son, y en el hecho de comprender las cosas tal cual son, hay una transformación: Saber que soy codicioso y no buscar excusas ni condenarlos, sin idealizar su opuesto diciendo : “No debo de ser codicioso”; saber simplemente que soy codicioso es ya el comienzo de la transformación.
Sobre la Energía
Necesitas más energía para destrozarte a ti mismo que para construir un poquito de felicidad. Desperdiciamos nuestra energía a causa del conflicto, riñas, miedo y vanidad. Cuando nuestra energía no se desperdicia en absoluto, tenemos toda la energía del mundo. En tanto nuestro cerebro no se deteriora a causa del conflicto, ambición, esfuerzo, lucha, sentimiento de soledad, el desaliento, etc., tenemos energía en abundancia.
El hábito mecánico produce desorden, porque cuando la energía funciona siempre dentro de un límite estrecho, lucha por abrirse paso y esto constituye la esencia del conflicto.
Viva sin autoridad, sin comparación y descubrirá qué cosa tan extraordinaria es. Ud. tiene una tremenda energía cuando no está compitiendo, comparando ni reprimiéndose; usted está realmente vivo, sano, completo, y es, por lo tanto, sagrado. Existe una cualidad de la mente que está despierta y observando siempre, observando aunque no haya nada que aprender.
Sobre Dios
Dios existe si vives una actitud positiva, audaz y generosa, o no existe, si vives con actitud amargada, timorata o egoísta, aunque reces libros enteros y te bañes en agua bendita, porque en definitiva, Dios es una forma de ver la vida y de pasar por el mundo exactamente como pasó Jesús. Los seres humanos se han preguntado siempre si existe algo trascendental, mucho más real que la existencia cotidiana. Pero al no ser capaces de descubrirlo, han adorado a un símbolo.
Sobre la Soledad
La soledad es creada por el pensamiento. Y el pensamiento mismo al darse cuenta de que es limitado no puede resolver el problema de la soledad. Entonces ¿existe la soledad? El pensamiento ha generado el problema de la soledad y al estar (el pensamiento) limitado, fragmentado, dividido, ha creado esta sensación de vacío interno: Al darse cuenta de todo ello el pensamiento, la soledad no existe.
Sobre la Meditación
La meditación es descubrir si el cerebro, con todas sus actividades y experiencias, puede estar absolutamente callado, sin forzarlo, porque tan pronto como usted lo fuerza, ahí está de nuevo la dualidad. Pero si vigila, si escucha todos los movimientos del pensamiento, su condicionamiento, deseos, temores, verá que éste se aquieta extraordinariamente. Esa quietud no significa que duerma, sino que está totalmente activo y, por lo tanto, en silencio: Una enorme dínamo que funcione a la perfección apenas produce ruido; únicamente hay ruido cuando hay fricción.
Necesitamos un cuerpo muy saludable, sensible, alerta y un cerebro que funcione con gran claridad, no de forma emocional ni personal. Y es obvio que ningún método lo conseguirá; un método implica repetición mecánica, lo cual embota y entorpece el cerebro.
La mente, al tener delante algo de extraordinaria magnitud, una puesta de sol, una computadora maravillosa, se calla completamente, aunque solo sea una fracción de segundo. Pero en este caso el cerebro es silenciado por algo externo. ¿Puede el cerebro quedarse quieto sin que influya en él un factor externo? ¿No descubriendo un método? Se los mostraré:
Desde que usted se levanta, mira y dice: ¡Qué lluvia tan horrible!, o ¡hace un día maravilloso, pero mucho calor. ¡Ya ha empezado! En ese instante, cuando mira por la ventana, no diga ninguna palabra, no reprima las palabras, sino simplemente dese cuenta de que al decir tal cosa, el cerebro ha comenzado.
Pero si al mirar por la ventana usted observa sin decirse a sí mismo una sola palabra (lo que no significa reprimirse, simplemente observa, sin que intervenga la actividad del cerebro; ahí tiene usted la pista: Cuando el viejo cerebro no reacciona, nace una nueva cualidad en el nuevo cerebro. Usted puede mirarlo todo, sin una sola palabra, sin comparar.
Por Prof. Guillermo Guccione
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