viernes, 13 de mayo de 2011

El sentido de sentir

¿POR QUÉ ESTAMOS JUNTOS?
Todos hemos sentido ansiedad y dolor cuando percibimos que la vida de pareja se nos desbarata entre las manos. Cuando ya no encontramos el camino para que la comunicación con la persona amada fluya y se realicen, con facilidad, los acuerdos necesarios para resolver el día a día.
En estas circunstancias, la mente se llena de preguntas: ¿Qué cambió? ¿Acaso se acabó el amor? Comentamos el tema con nuestros mejores amigos; buscamos una explicación que nos conduzca a la recuperación definitiva de la relación; ensayamos distintas estrategias; queremos encontrar, en fin, la llave maestra que convierta en eterna y feliz nuestra relación de pareja. Pero, como en todos los procesos humanos, no hay una receta que les sirva a todos.

En la consulta son muchas las conversaciones acerca de la construcción del amor de pareja. Para algunos, resulta importante dilucidar si el amor verdadero se muere o es eterno; para otros, si la comunicación es diferente del amor, si es posible amarse sin entenderse o, al contrario, entenderse sin amarse. Pero, para todos, se torna imperativo identificar cómo es que cada evento de la cotidianidad afecta la vida amorosa de la pareja.
Y claro, para lograr este primer objetivo, cada pareja tendrá de investigar honestamente lo más obvio, lo más sencillo, que equivale a preguntarse: ¿Qué nos llevó a estar juntos?
Por extraño que nos parezca, la respuesta más frecuente, aquella que afirma que “nos queríamos mucho”, que “no podíamos estar lejos el uno del otro”, no es la más esperanzadora. Aunque según nuestras tradiciones culturales este es el único argumento válido para vivir juntos, la experiencia nos demuestra que este impulso no es suficiente.
Y es que para los hombres y las mujeres del mundo actual, aún cuando el deseo de estar juntos es una expresión del amor, esto no es suficiente para que la vida de pareja sea satisfactoria, pues unirse como esposos tiene que ver con armonizar los proyectos de vida individuales con los propósitos de la vida conyugal.
Recuerdo por ejemplo, las conversaciones con una pareja que decidió casarse, precisamente, porque estaban enamorados y anhelaban estar juntos. Pero muy pronto conocieron el dolor y la infelicidad, pues no podían resolver, entre otras muchas cosas, cómo pasar los domingos.
Contaban que, para él, estar juntos un domingo consistía en quedarse en casa y mejor aún, en la cama, frente al televisor; mientras que para ella tenía que ver con salir, ver verde, recibir sol y almorzar en un lugar campestre.
Estaban convencidos que el problema radicaba en que ellos eran muy diferentes. Aunque esta es una creencia muy común, es una verdad a medias. Ser diferentes o tener gustos distintos no puede ser la explicación para la incapacidad de construir acuerdos.
Así que les pregunté: “¿Qué creen que pasaría si pasan un domingo como le gusta a él y el siguiente como ella lo prefiere?”
Y claro, me explicaron que ninguno estaba dispuesto a dejar de ser como era, que renunciar a su personalidad no podía formar parte la solución. Durante la conversación fueron notando que esta posición tan radical tenía que ver con que, según sus creencias, hacer las cosas según su propia manera era la única forma de sentirse respetado y bien tratado. Es decir, notaron que suponían que dominar era más importante que amar y en consecuencia, desde ese precepto les era imposible conciliar.
Se dieron cuenta que aunque honestamente ansiaban estar juntos, imaginaban que cada uno tenía la obligación de alimentar la seguridad personal del otro. Y que, como si fuera poco, la manera más directa de hacerlo era sometiéndose a su voluntad. Al tomar conciencia de ello, comenzaron a ensayar otra forma de construir su autoestima y por lo tanto a crear otras expresiones del amor
Entonces, cuando la vida de pareja se nos desbarata entre las manos, es necesario preguntarnos con el corazón abierto: ¿Por qué estamos juntos?
Y si al final, podemos contestar que buscamos maneras de comunicarnos en las que la libertad del otro sea tan importante como amarlo, podremos estar seguros de que nuestra relación de pareja puede conducirnos a puerto seguro.

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