viernes, 29 de junio de 2012

Alextimia: la incapacidad de expresar los sentimientos


Alexitimia – Ingenieria de la conducta
La importancia en la educación de los sentimientos permiten contrarrestar el aumento de personas afectadas por la alexitimia.
Con el aumento de la “sociabilidad online” pareciera que las nuevas relaciones humanas se ven obligadas a pasar por el mundo virtual. Este uso en parte desmedido de las nuevas formas para desarrollar amistades a distancia voluntaria, ha permitido un aumento considerable de un nuevo trastorno psicológico referido a la afectividad, denominado alexitimia . Fue descrito por primera vez en 1972 por el doctor Peter Sifneos, profesor de psiquiatría de la Universidad de Harvard, y lo definió como la “incapacidad o dificultad grave para expresar los sentimientos.
Según los estudios, este trastorno presenta una serie de manifestaciones y características: la persona es fría y se mantiene distante; es correcta en el trato, pero no proporciona afecto, tiene mucha dificultad a la hora de mostrarse cariñosa y cordial.
La importancia de la vida social
Las personas somos seres sociales, creados para vivir en convivencia, para relacionarnos con los demás en forma natural y espontánea, este tipo de relación permite desarrollar en gran medida afecto con muestras de sentimientos entre las personas, manteniendo una conducta social permanente. Esto se percibe en los lugares de trabajo, en los centros de estudios y principalmente en el seno de la familia.
Sin embargo, el uso de las nuevas tecnologías en el mundo de la comunicación virtual está acrecentando la idea de una sociabilidad mecanizada fortalecida por la inexpresividad sentimental.
Frente a esta nueva amenaza en el campo psicológico de las relaciones humanas donde predomina el modelo de una persona fría, muy profesional, quizás muy competente en su terreno de trabajo, pero completamente ineficaz fuera de él, se ve el aumento de la poca expresión afectiva.
Los sentimientos
El sentimiento es algo inherente al ser humano. Lo que ocurre hoy es que el modelo educativo altruista, egocentrista, y competitivo, aumenta una vida social basada más en la razón abstracta carente de un fondo espiritual, cultural y sentimental. Hoy las escuelas se dedican a las ofertas masivas de información destructurada carente de formación. Los padres agobiados por su vida laboral apenas tienen tiempo para estar con sus hijos y tratan de suplir esa carencia con regalos, y actividades extra escolares, menguándolos superficialmente, para mantenerlos ocupados y distraídos. Piensan que así les ofrecen una formación completa, descuidando completamente el plano emocional.
Saber expresar los sentimientos es algo importante en todos los terrenos de la vida. En el amor por razones obvias, pero también en los colegios, con los amigos, en el trabajo, etc. La sociedad necesita en su medida exacta una dosis permanente de sentimientos afectivos.
Inteligencia emocional
La inteligencia emocional es una herramienta en el campo psicológico que ayuda en la capacidad para aunar inteligencia y vidas afectivas. Es un concepto que poco a poco se ha ganado un valor en el arte de la convivencia cotidiana. Una persona dotada de una correcta inteligencia emocional funciona mejor en colaboración con los demás. Avanzando en su camino por la vida con maduración permitiendo que también las personas que están a su alrededor se sientan mejor.
El sentimentalismo es verdadero cuando está acompañado de equilibrio e inteligencia.
Una juventud carente en la demostración de afecto en todas sus aristas se termina pagando un gran precio en la vida conyugal, precedida de una temporada mas o menos larga de conflictos y problemas. Es imposible mantener una amistad o una vida conyugal si no se sabe expresar lo que se siente. Pero la persona que sabe manifestar adecuadamente sus sentimientos tiene ya mucho terreno ganado en el camino de la sociabilidad.
Educación de los sentimientos
La educación de los sentimientos debiera ser hoy parte de la prioridad en la formación de los hijos, recordarle que el amor es entrega y que en él no hay lugar para el egoísmo.
En este mundo globalizado y ensalzado por las nuevas tecnologías con sus ya conocidas formulas de amistad online, se debería recordar que nada remplazará a una sonrisa, un apretón de mano, un abrazo y un beso. Hoy las relaciones también necesitan de expresividad sentimental: hay que saber decirle al otro que se le quiere y no por frases estereotipadas, sino con sinceridad y realismo, con actos cotidianos y gestos positivos.

domingo, 24 de junio de 2012

¿A qué llamamos dependencia emocional?

Si bien el amor es nuestra mejor emoción positiva y en ella sustentamos todo lo que nos rodea, deja de ser amor en el momento que pasa a ser dependiente: dependemos de cómo el otro actúe o sienta en función de cómo queremos que lo haga, por lo que ambos salen perjudicados emocionalmente.

¿Cómo saber si somos dependientes emocionales? Hay toda una serie de características que se dan en un dependiente emocional; no tienen porque darse todas pero, al menos, si cinco de las expuestas:
- Da más que el otro. Tiene la sensación de que él o ella da más que la otra persona. Siente que no recibe lo que da.
- Entiende el amor como un sufrimiento. Lloran constantemente por entender que los demás sólo miran por si mismos sin tener en cuenta las emociones y sentimientos de ellos que tanta capacidad de amor tienen.
-Tendencia a infravalorarse. Entienden que no valen lo suficiente y que no están preparados para cambiar; ellos siempre se ven como lo peor y a eso achacan el que no los quieran como ellos quieren que los quieran.
- Los conflictos son continuos. Dado el malestar que viven, provocan constantes conflictos por miedo al abandono o el rechazo, obteniendo el efecto totalmente contrario a lo que esperaban.
-Viven en una discusión perpetua con los demás y consigo mismos. El miedo provoca discusión y, tras la discusión, el sentimiento de culpa por decir lo que dijimos, lo que provoca en la persona agotamiento y desesperanza. Tienen tendencia a imaginar situaciones no reales donde ellos siempre son la víctima del desamor.
- Idealización sobre la persona objeto de la dependencia. Tienden a crear una imagen distorsionada de la persona sobre la que recae su dependencia. Idealizan lo que son, cómo actúan, y lo que se espera de ellos. Posteriormente, cuando la persona no cumple con esta idealización, empiezan las frustraciones.
- Se rodean de personas con problemas. Con el fin de sentirse algo querido o querida, tienden a ayudar a personas que lo necesitan y esto hace que se sientan merecedores de que le den confianza. Lejos de sentirse bien con el tiempo, ven esta ayuda como una obligación por lo que se convierte en un malestar más.
- Pretenden cambiar a los demás. Como se perciben a sí mismos como merecedores de otro trato, pretenden cambiar la forma de actuar y pensar de la otra persona. Dicen a los demás como tienen que ser para ser felices, desde su punto de vista.
- Se sienten solos. Aunque estén rodeados de gente, se sientes solos e incomprendidos.
- Necesitan tener pareja. En búsqueda de ese amor correspondido tal cual lo esperan, no se imaginan su vida sin una pareja y eso los hace infelices. No son capaces de reorganizar su vida sin nadie.
Como se puede apreciar son personas que viven constantemente en un malestar emocional. Sienten miedo, tristeza, desamparo, desconfianza, etc. La única manera de revertir esta situación es trabajando la autoestima, es decir, aprendiendo a valorarnos por lo que somos independientemente de lo que los demás piensen o digan de nosotros.
Fuente: www.psicologaemocional.com

miércoles, 6 de junio de 2012

Al volante de la vida

SOBRE LA HUMILDAD

Todo individuo tiene la capacidad de reconocerse en el pleno desarrollo de sus potencialidades, pero es la persona atenta y sabia la que se interrelaciona con humildad y actúa en el día a día sin proclamarse dueña de los resultados.
El practicante de meditación zen participa de la vida sin apegos ni rechazos, viene y va por el flujo de la mente sin perder la estabilidad y desarrollándose en un atento dinamismo. Los meditadores archivan los méritos y no se quedan con ellos. Es el deseo del provecho lo que debilita la madurez espiritual de todo practicante. Por eso el maestro Nāgārjuna dijo:
“Sin esfuerzo de tu parte,
se realiza tu naturaleza original.”
Los meditadores no se sientan para, se sientan desde, aparcan el falso yo que pulsa por demostrar su superioridad ante los otros. El orgullo, la arrogancia y la altanería, las ínfulas de superioridad, son contrarias todas ellas al desarrollo de una práctica humilde.
Cuando nos reconocemos en la plenitud armónica de los distintos niveles que conforman nuestro ser, cuando equilibramos el cuerpo, la mente, el corazón y el espíritu de una forma íntegra y global, naturalmente brota en nosotros el deseo de compartir este camino. Por el contrario, los sentimientos de obediencia extrema y sumisión contaminan la vivencia en libertad de cada cual con vacíos argumentos y banales normativas, tratando de dictarle a otros lo que supuestamente consideran está bien o está mal.
En el espíritu abierto de todo practicante, la humildad no se reconoce en postulados de exigencia, si bien el respeto, la tolerancia y la igualdad forman parte del vocabulario universal de todo meditador. Ya el mismo Budha Shakyâmuni le dijo a su principal discípulo Ananda:
“Sé tu propia antorcha”
En el budismo la humildad se hace presente en el camino del autoconocimiento. Los efectos de nuestras acciones, palabras y pensamientos (karma) devienen de unas causas cuyos efectos experimentamos en el instante del presente; aceptamos que nadie va a vivir el trabajo de transformación por nosotros, pero uno de los principales peligros del meditador pasa por creerse en la capacidad de hacer este trabajo por sí solo. Éste es el veneno de la auto referencia. El ego se las sabe todas y manipula siempre la realidad a su antojo; el ego fundamenta sus actuaciones inconscientes en la afirmación de poder repetirse una y otra vez a sí mismo. Por ello se cree que todo lo sabe y que a nadie necesita. Ya en el taoísmo, una de las tradiciones de conocimiento más antiguas de la humanidad, encontramos en su obra magna el Tao Te King:
“El que sabe no habla,
el que habla no sabe.”
La humildad es una invitación para desarrollarnos a través de una práctica realista, pues radica en ser conscientes de nuestras limitaciones e insuficiencias y actuar de acuerdo a ello. No significa esto que los meditadores deban sentirse personas débiles para afirmar el propio ser, el Ser Real que a todos nos sustenta y unifica en una misma aspiración sincera.
Somos luces y sombras. La luz existe en la oscuridad; la oscuridad existe en la luz. No veas sólo el lado oscuro. No veas sólo el lado luminoso. La humildad implica aceptarnos con ecuanimidad en todo lo que somos y desarrollar al mismo tiempo la naturaleza original de la existencia. Teresa de Ávila dijo:
“El humilde ve las cosas como son,
lo bueno como bueno, lo malo como malo.
En la medida en que un hombre es más humilde
crece una visión más correcta de la realidad.”
Necesitamos mentes sanas que operen a pleno rendimiento en la vida cotidiana. Cuando permitimos dejar partir las falsas máscaras de nuestra personalidad y nos centramos en el lenguaje universal del corazón, todo aparece tal cual es. Todo está siendo a cada instante. Simple es la vía del darse cuenta. La práctica de la meditación zen es desnuda, clara y directa. Supone el fortalecimiento de una imagen cada vez más ajustada del sí mismo, la cual no está reñida con un profundo sentimiento de igualdad y de reconocimiento pleno en el otro.
La humildad es una puerta abierta para que el aire de la compasión refresque las mentes y los corazones de los hombres y mujeres del ahora.
Fuente: www.denko.es